Lo que el virus desnudó


En el cuento de El Traje Nuevo del Emperador de Hans Christian Andersen se narra la historia de cómo venden a un emperador una tela, la cual era la más preciosa de cualquier ojo humano hubiese visto jamás pero tenía un pequeño detalle puesto que solo era visible ante los ojos de los inteligentes, los poco agraciados en IQ no podrían tener la dicha de verla.

Dicho emperador vanidoso decide “comprar” la tela y se manda a hacer un traje, aunque no viera nada y tampoco lo hiciera ninguno de sus colaboradores que negaban la realidad por temor a ser considerados tontos.

Finalmente, el rey decide estrenar su nuevo traje con dicha tela y al pasearse frente al pueblo, nadie se atreve a decir nada por temor a ser considerado tonto hasta que un inocente niño es el que señala la desnudez del emperador y todos tienen que admitir que han sido víctimas de un engaño.

Uso esta analogía para señalar que la reciente pandemia del COVID19 nos ha hecho evidentes muchas carencias y debilidades del sistema que aunque muchos veían, no se atrevían a señalar o que, por el contrario, las minimizaban.

La principal evidencia que nos deja ver el coronavirus es la tremenda desigualdad económica que existe en nuestra sociedad. Ante la necesidad de detener la curva de contagio, lo más recomendable es permanecer confinados en casa; sin embargo, por la complicada situación económica por la que atraviesa nuestro país desde hace décadas, hace imposible que muchos puedan hacerlo porque eso implica que no ganen dinero para poder comer ese día, es decir, millones de familias en México viven al día, sin un sueldo asegurado que les pueda garantizar el confinarse para mantener su salud. O es la epidemia o es el hambre… o las dos.

Otro punto que ha desnudado el virus es nuestro endeble sistema de salud y la poca atención que pusieron anteriores gobiernos en ello y que ahora amenaza con desbordarse y hacer que mueran más personas por falta de atención médica. En el modelo neoliberal, la salud es una mercancía y para poder garantizarla, se tiene que pagar, por ello, el bajo apoyo a hospitales públicos que por décadas se han ido degradando mientras la población ve cómo se degrada su estado de salud.

Circuló la noticia que en Estados Unidos un hospitalizado por COVID19 al ser internado lo primero que se preguntó no fue cuándo iba a sanar sino en cuánto iba a salir la cuenta del hospital. Ese es el fondo del problema, que la salud deba ser un derecho y no un privilegio. Ahora, este nuevo virus vino a evidenciar lo frágil que es nuestro sistema de salud y cómo se ha dejado abandonado por décadas.

La brecha digital es otro tema que se ha hecho más evidente. Los expertos hablaban de que más de la mitad del país no tiene acceso a internet por lo que no pueden acceder a muchos recursos informativos, lo cual quedó evidenciado con el confinamiento y la necesidad de tomar clases en línea. Tomo por ejemplo la propia Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) que se enfrenta al problema que en municipios con baja urbanización donde la conexión de internet es mala, la opción de dar clase en línea se torna complicada, aunque los maestros buscan soluciones creativas para salvar la brecha digital; pero el caso empeora en el caso de la educación primaria, mientras escuelas privadas sí pueden dar clases en línea porque sus alumnos tienen las facilidades económicas, en las escuelas públicas se enfrentan conque muchas familias no tienen ni una computadora o señal de internet con suficiente capacidad en sus casas; lo cual, nos hace volver al punto número uno de la desigualdad económica y el sistema desigual en el que vivimos.

El lujoso traje neoliberal era una falacia, esto es lo que ha desnudado el virus.

Un comentario

  1. Entonces, por qué nos empeñamos en seguir las clases el línea? No estábamos preparados y esto deja al descubierto un problema más: la falta de herramientas pedagógicas.

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