Reprimir primero, preguntar después: Felipe Fernando Macías y el comercio informal


El alcalde Felipe Fernando Macías, quien presumen como lema de su administración el orden, empezó con desorden e hizo todo al revés en el caso del comercio informal del Centro Histórico. Como dice el popular dicho, primero disparó y luego averiguó. Traducido a términos políticos, primero reprimió a comerciantes informales y, literalmente, les soltó a los perros policía mostrando sus feroces fauces a mujeres indígenas y otros artesanos.

Una vez hecho el daño – que incluyó que la Organización de las Naciones Unidas se pronunciara en contra de esta represión ejercida por la policía de Felipe Fernando- quiso arreglar las cosas. Tras la tormenta que él mismo provocó, quiso solucionarlo abriendo una casa para los artesanos en el corazón de la ciudad, la cual realmente no ha podido despegar.

Lo que debía haber hecho al principio es lo está haciendo al final. Esto es una muestra de las prioridades que tiene su gobierno. ¿Qué fue lo que hizo al final? Una simulación. Hizo un sondeo, disfrazado de encuesta, aunque desde Centro Cívico lo bautizaron como consulta, pero que en términos reales es un sondeo para legitimar sus acciones.

Según las cifras que presentaron, más del 60% de las respuestas dijeron estar en contra de que haya comerciantes, mal llamados ambulantes, en el Centro Histórico. Sin embargo, hay que aclarar y ver si tiene validez alguna este ejercicio con el que quieren legitimar sus accionar.

En realidad, lo que el gobierno presenta no es una consulta y ni cumple los término que establece la Constitución y la Ley Federal de Consulta Popular, dado que no es un ejercicio donde mediante el voto directo e intransferible los ciudadanos de Querétaro expresen en una urna su opinión sobre una acción. Tampoco es una encuesta. Está muy lejos de serlo. A cualquier estudiante lo reprobarían por presentar esto como un trabajo académico. No hay una selección aleatoria, no hay una muestra representativa, no hay nada. Simplemente se entrevistó a quienes iban pasando y a comerciantes establecidos.

Es evidente que los resultados estaban segados desde el inicio.  Sin embargo, más allá de sus equívocos, se asoma el ADN panista, que siempre ha tenido un dejo de clasismo en contra del comercio informal. El panismo tiene una de sus bases fuertes entre los comerciantes agremiados, quienes dicen pagar impuestos y ven como competencia desleal a los comerciantes informales.

Pero más allá de eso, el elemento clasista es evidente: para ellos parece horroroso que gente humilde esté en las calles tratando de sobrevivir vendiendo sus productos. Lo ven como algo que “afea” las calles. Esa ha sido la lógica panista desde el gobierno de Ignacio Loyola Vera, gobernador. Después Francisco Garrido lo continúo al reubicar a varios comerciantes y moverlos a Plaza Fundadores, dándoles stands bonitos para que parecieran una atracción turística. Sin embargo, muchos comerciantes se inconformaron porque el lugar no tiene el flujo de turistas de zonas como Plaza de Armas, Jardín Guerrero o las calles principales del Centro, como Madero.

Marcos Aguilar desalojó a los comerciantes de la Alameda en la madrugada. Ahora, Felipe Fernando regresa con esta misma lógica. Es el ADN panista: una cuestión de clasismo. Esto se refleja en su “Plan Orden,” que, como ya vimos, no tiene orden, porque está haciendo todo al revés.

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