¡Nos lleva el tren!


¿Nos llevará el tren o nos dejará en el andén del atraso? Recordemos que desde 1996, tras su privatización que hizo el presidente Ernesto Zedillo, Querétaro se quedó sin tren de pasajeros y la vieja estación hasta museo de nostalgia se volvió.

En 1882, el ferrocarril nos trajo modernidad porfirista; hoy, sólo queda las cicatrices que deja el recuerdo.

Mientras Europa y China apostaron por trenes rápidos y no contaminantes, México priorizó el asfalto y el automóvil.

En el sexenio de Ignacio Loyola Vera (1997-2003) surgió el proyecto del tren México–Querétaro–Guadalajara: quedó en nada, porque las mafias del transporte no lo permitieron.

Con López Obrador, el sueño revivió tras la construcción del Tren Maya, muy criticado por los panistas.

Ahora, en abril arranca el proyecto México–Querétaro, una respuesta al infierno diario de la 57: tráfico, accidentes, horas perdidas. El gobierno estatal, que antes despotricó contra el Tren Maya, hoy quiere su pase de abordaje. Ojalá no quede en otro tren que nunca pasa. Que esta vez, sí nos lleve.

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