Una marcha que Kuri pudo evitar


En un hecho inédito en la historia política reciente de Querétaro, más de 100 personas caminaron 72 kilómetros desde Cadereyta hasta la ciudad de Querétaro. No fue una peregrinación ni una carrera de resistencia: fue una marcha política encabezada por la alcaldesa Astrid Ortega para exigir que las autoridades laborales resuelvan un conflicto que está empantanado y, de paso, pedirle al gobernador que saque las manos del asunto.

La huelga se ha alargado innecesariamente. Nadie ha cedido. Pero quien ha demostrado rudeza innecesaria —sí, como si esto fuera la NFL— ha sido el gobernador, que actúa como si los municipios fueran simples subordinados y no entidades con autonomía. Tal vez en su lógica empresarial, diálogo suene a pérdida de tiempo. Pero en política, sin diálogo no hay solución.

La alcaldesa ha sido clara: detrás hay intereses que no quieren perder los contratos de extracción de agua en Cadereyta, justo cuando la crisis hídrica se asoma. ¿Poderes fácticos?, ¿acuerdos turbios? Este embrollo podría resolverse con voluntad y diálogo. Aunque, claro, eso implica bajarse del pedestal.

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