Ya los murciélagos podrán volar por la noche en paz sin miedo a que una mordida les arranque la cabeza: este 22 de julio el príncipe de las tinieblas ha descendido al Hades para reclamar su trono. Ozzy Osbourne ha muerto.
A diferencia de Orfeo, John Michael Osbourne -quien llegó a viejo pese a su vocación suicida gracias al amor de Sharon- cruzó el río Estigio y bajó al inframundo no para rescatar a su Eurídice sino para cantar por la eternidad en las sombras de metal y ceniza.
Birmingham: donde nacen las sombras
Ozzy nació prácticamente en una sucursal del infierno en 1948: Birmingham, Inglaterra, fue de las ciudades más afectadas por los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Entre 1940 y 1943, esta ciudad -la segunda más poblada después de Londres y enclave industrial británico- fue atacada con mil 852 toneladas de bombas nazis, lo que la convirtió en la tercera más asediada después de la capital y el puerto de Liverpool.
De entre las ruinas humeantes de acero y concreto de las más de 12 mil casas, 300 fábricas y 200 edificios destruidos, nació Ozzy en el seno de una familia obrera que padecía las penurias de la posguerra. Vivió en 14 Lodge Road, ubicado en una hilera de casas adosadas, según cuenta en su biografía “Soy Ozzy: Confieso que he Bebido”, y, mientras su padre Jack regresaba de trabajar y lo entretenía con historias de la guerra; su madre Lillian se iba a trabajar a una fábrica.
La profecía de Jack
Al vivir en Aston, donde se hizo fanático del equipo de futbol barrial: el Aston Villa. Esa fue la mayor herencia que recibió de su padre, según el propio Ozzy. Pero como los oráculos de la Antigua Grecia, Jack, tras beber unas pintas de cerveza, le vaticinó su destino: “O acabas haciendo algo muy especial o acabas en la cárcel”. Y al principio, todo indicaba que terminaría como un preso más en las húmedas prisiones británicas porque a los 18 años ya había pisado Winson Green, antigua prisión victoriana.
El niño disléxico que apodaron Ozzy, para abreviar su apellido, se convirtió en un joven sin más futuro que el ser un obrero o carne de prisión.
Cuando los Beatles abrieron la puerta del inframundo
Pero, como si fuera mitología, apareció Orfeo con su canto y algo cambió cuando escuchó los acordes de “She Loves You” de The Beatles. Con el sueldo de su trabajo en una fábrica, compró el disco With The Beatles y tras escuchar los 14 temas, el futuro Príncipe de las Tinieblas sintió que su vida tenía sentido. Tal era su amor por la banda de Liverpool, que salía pasear con su disco bajo el brazo. Sí, el propio Ozzy admitió que en su familia siempre ha habido algo de locura.

Orfeo, a través del rock se convirtió en la única vía de escape para su mundo industrial gris. Si los Beatles lo habían logrado en otra ciudad como la suya, ¿Por qué él no? Cabello largo, tatuarse su apodo en sus nudillos y tocar la guitarra. O hacer algo en grande o terminar en la cárcel, era la consigna.
El cartel, el destino y el sonido del abismo
Decidido a no volver a prisión, decide formar una banda de rock. Coloca un cartel solicitando músicos. Jack, consciente de su profecía, pese a las penurias económicas que vivían, le compra un equipo de sonido al joven Ozzy para que se convierta en cantante y rock star. El primero en llegar es Geezer Butler y forman Rare Breed. El éxito no llega y el joven Ozzy se resigna a que su destino no es la fama. Pero su letrero donde solicita músicos no es retirado y meses después toca a su puerta su viejo compañero de escuela Tony Iommy (a quien había visto en prisión) y Bill Ward. No lo saben, pero la banda ya está completa.
Se llaman primero Polka Tulk Blues y después Earth, hasta llegar finalmente a Black Sabbath. No querían hacer música de amor y paz, de moda en el Verano del Amor. A Ozzy le repugnaba la onda hippie, no siente la vibra flower power porque ha crecido en un barrio obrero donde las flores no crecen en el asfalto y sólo se ven en los sepelios. Tampoco conecta en ese momento con la onda psicodélica de Pink Floyd, de quien dice, entonces hacían música para universitarios fifís. Y su banda quería llegar a los jóvenes como ellos, de barrios marginados, desesperanzados.
Iommi, el accidente y el riff definitivo
En la búsqueda de ese sonido, influyó que Iommy había sufrido un accidente cuando era obrero en una fábrica y se lesionó los dedos, lo cual le impedía tocar la guitarra de forma clásica y tuvo que buscar una alternativa que desembocó en sonidos más oscuros, justo la banda sonora vital que Osbourne buscaba.
Así, el Heavy Metal toma su forma definitiva. Ya algunas bandas habían dado chispazos del sonido: Helter Skelter de The Beatles tiene un toque, You Really Got Me de The Kinks tiene un riff, Born to be wild de Steppenwolf, suena pesada. Pero faltaba la forma definitiva y esta llegó con Black Sabbath.
Sus dos primeros álbumes —sobre todo el segundo, donde “Iron Man”, “Paranoid” y “War Pigs” se convierten en himnos— ayudan a definir todo un género e impulsan una industria que el propio Ozzy consolidaría y transformaría a lo largo de los siguientes 50 años.
El resto es leyenda. Abandona Black Sabbath en 1979, en medio de una ola de alcohol, drogas y la vida desbocada de un rockstar perdido entre los humos del exceso. Abandonado por su mánager original, y con Sharon —su nueva mánager y futura esposa— encuentra nuevos rumbos. Recluta al guitarrista Randy Rhoads y lanza una gran carrera solista dentro del heavy metal. Dos álbumes clásicos marcan esta etapa, sobre todo el primero con Rhoads, quien moriría trágicamente en un accidente de avión.
El escándalo y la cruz moral
Los años 80 son un infierno que terminan de definir la leyenda de Ozzy Osbourne. Famosa es su gira con Mötley Crüe, donde hay una apuesta para ver quién consumía más drogas y alcohol. Ozzy terminó esnifando hasta hormigas y lamiendo orina para ganar. Además, está el famoso capítulo de la mordida a un murciélago que le aventó un fan al escenario -que Oz pensó era de utilería y terminó en el hospital-, y el famoso arresto por orinar en El Álamo, ese templo de la independencia texana. Excesos de una década.

Pero iba a contracorriente porque los 80 fueron una década conservadora. Con Ronald Reagan al frente de Estados Unidos, se impulsaron valores tradicionales y se vio al rock como un peligro para la moral norteamericana blanca, conservadora y WASP. Tipper Gore, esposa del senador demócrata Al Gore (más tarde vicepresidente), encabezó la iniciativa del Parental Advisory, que pretendía censurar canciones consideradas inmorales.
Sorprendentemente, ninguna canción de Ozzy apareció en la lista de las 15 canciones prohibidas. Sin embargo, en ese mismo 1985, Ozzy fue demandado: John Daniel McCollum, un joven de 19 años se suicidó en Riverside, California, supuestamente después de escuchar su canción “Suicide Solution”. Finalmente, se demostró que no había relación, pero la oleada de pánico moral ya estaba en marcha. Se decía que los discos de rock contenían mensajes satánicos si se tocaban al revés y Ozzy Osbourne fue uno de los principales blancos de estas acusaciones. Irónicamente, muchos grupos aprovecharon esta persecución para vender más discos.
El reality, MTV y el regreso del Príncipe
El momento de mayor fama mediática de Ozzy no llegó por la música, sino con el reality show The Osbournes en los 2000. Allí, el “Príncipe de las Tinieblas” aparecía como un padre torpe, una especie de Homero Simpson que intentaba controlar a sus hijos adolescentes. Paradójicamente, esa imagen revitalizó su carrera e impulsó el Ozzfest, un festival que catapultó a la nueva generación del nü metal.
Ozzy canta ahora en el Hades
Murió casi un par de semanas después de haber dado su último concierto, en el estadio de su equipo favorito. No sólo fue despedida de los escenarios, sino de la vida misma con sus viejos camaradas de Black Sabbath y con los músicos con quienes ayudó a generar toda una escena metalera. Finalmente, John Michael Osbourne dará conciertos en el Hades junto a Randy Rhoads y muchos de sus viejos amigos que se le habían adelantado.

