Víctor López Jaramillo

¡Aguas Blockbuster! ¡Cuídate Cinemark! ¡Toma tus precauciones Cinepolis!
Las estrategias de marketing de las grandes corporaciones dedicadas al entretenimiento enfrentan a un gran rival: el marketing del tianguis. Mientras las corporaciones pagan millones en anuncios de televisión y espectaculares, en el tianguis basta distribuir la película en todos los puestos que vendan videos (piratas, of course) y que se sincronicen y la pongan en su reproductor para que las personas que pasan por ahí, se vayan enterando de la trama y cuando hayan hecho sus compras, decidan comprar el video para ver como acaba.
Les pongo un ejemplo de esto que recientemente viví. El domingo pasado, en un tianguis ubicado al sur de San Juan del Río, acompañé a mi familia a comprar no recuerdo qué cosas, porque siempre resulta que vamos por unos productos y regresamos con otros. Yo, iba por nada y regresé con una plantilla para zapatos y una película que no sabía porque había comprado pero ya la llevaba en su bolsita negra, esas bolsas ya clásicas donde venden la piratería.
Empezamos el recorrido en donde vendían accesorios para celulares. A unos metros, estaba un puesto de videos con una película a todo volumen. Hasta donde yo estaba, que no era muy cerca, se escuchaban unos gritos desesperados de una mujer que imploraba por su marido enfermo, o algo así. La película era de origen mexicano y supuse que sería de los hermanos Almada.
Seguí mi camino, y nuevamente en otro puesto, está la misma película pero ahora descubro que no es de los Almada, sino que sale uno de los actores que salió en Amores Perros. Es un pollero que va guiando a un grupo de indocumentados en su larga travesía por el desierto. De repente, en una escena, tras los gritos desesperados de una mujer, saca un arma y se escabecha a un tipo sediento.
Tras ver la escena, sigo mi camino y en un tercer puesto de videos, en donde localizo un concierto de los Rolling Stones que no tengo, nuevamente está la misma película, sólo que ahora es un viejo que está tirado en desierto recriminando a un joven herido y gritando por ayuda. Fastidiado por ver tantas veces la misma película y no saber cómo se llama y más por los gritos desaforados de la mujer, cuya escena repiten, mi madre pregunta por el título de la película. El vendedor nos dice: “7 soles”. Una vez satisfecha la curiosidad nos dirigimos al final del tianguis sin saber lo que nos deparaba el destino.
Al final, estaba el clásico último puesto de videos piratas. Y sí, adivinó, tenía la misma película puesta pero en una parte con la trama más adelantada, ahí veo que un pobre hombre espera a su mujer que andaba cruzando el desierto. Fastidiado por tal bombardeo, pregunto por el precio de la película y la compro. El vendedor me dice, con un tono cómplice, “apúrese a llevársela, es la última que me queda”. No le creo eso y entonces caigo en la cuenta que fui víctima de una estrategia de marketing callejero que hasta entonces desconocía.
PD. Finalmente, por la tarde vi el vídeo, Resultó ser un videhome bien producido, medio mal actuado, con una trama predecible, y cuyos momentos memorables son precisamente los que pasaban con insistencia en el tianguis. Eso sí, reconozco que su estrategia de ventas resultó más efectiva porque hasta ahora ningún comercial o espectacular de blockbuster me ha llevado a comprarles una película. Por cierto, este videohome aún no está disponible en dicha corporación trasnacional. Les comparto el tráiler de la película para que le echen un ojo.
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