
Víctor López Jaramillo
Avenida Alcorta cicatriz, hoy volví cansado de hablar de mí…
Tras haber escuchado la noche anterior el disco Tommy de The Who -porque había querido ver mi futuro a través de una vela encendida, según cuenta la mitología rockera- tomé mi iPod, pasé a la inversa el largo abecedario musical a partir de la W y al llegar a la S, me detuve en Soda Stereo… Y entonces vi el pasado.
Aunque soy un convencido, como dice Ernesto Sábato en su novela El Túnel, de que “todo tiempo pasado fue peor”, no pude evitar una curiosidad nostálgica de explorar el álbum Signos y recordar con cierta ternura cómo a mis 15 años pretendía identificarme con las letras de ese disco: “El silencio no es tiempo perdido… Desafiando al rito, destruyendo mitos”, cantaba Cerati, mientras Charly Alberti y Zeta Bosio llevaban el ritmo que estaba atrapado en esa cajita de nostalgia en que se había convertido el posmoderno iPod Classic.
Esa mañana nublada del 4 de septiembre se había convertido en una colección de frases que en Soda Stereo sonaban a profecías: “Es inútil tomarte en serio, imagino que siempre hay un reino para destronar y luego olvidar…”, “No tenemos dónde ir, somos como un área devastada, carreteras sin sentido, religiones sin motivo”.
Para concluir la mañana nostálgica, busqué el álbum solista de Gustavo Cerati titulado Amor Amarillo, ese que en su momento me había impresionado por su portada minimalista. Un cuadrado con dos tonos de amarillo y un círculo al centro. El disco compacto, pintado de amarillo. El objeto antes llamado disco, como dice Café Tacvba, es poco usual en estos tiempos, y la música se reproduce en códigos binarios en archivos digitales que terminan con la extensión .mp3.
Y un Cerati en coma cantaba en el reproductor Mp3: “Avenida Alcorta, cicatriz. Hoy volví cansado de hablar de mí… Providencia puede ser azar…”. Terminó la canción y apagué la música.
Quizá no es amor…
Horas después, a través de las redes sociales, un amigo me dijo: Murió Cerati. Pero como a Gustavo lo han matado tantas veces desde que cayó en coma el 15 de mayo de 2010, dudé. Una de tantas noticias sin confirmar que circulan en la red, pensé. Minutos después, llegaría la fatal confirmación: Cerati, en efecto, había muerto esa mañana de fin de verano.
Ya por la tarde, retomé el iPod y continúe con el viaje a la nostalgia. Imposible negar que Gustavo Cerati fue parte fundamental de la educación sentimental de toda una generación. De la generación de los que alcanzamos a grabar en casetes nuestras canciones favoritas de la radio para luego regalarlas como muestras de afecto. ¿Cuántas veces regalé casetes con canciones de Soda Stéreo? Quizá la que más grabé fue la de Trátame suavemente, que viene en el primer disco, esa canción en la que comparte créditos con Daniel Melero, de Los Encargados, y de la que cada banda hizo su propia versión. Sí, no es la mejor canción de amor del mundo, pero me gustaba… y descubro que me sigue gustando: “Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras de tus ojos”, etc, etc.
En la ciudad de la furia
Soda Stereo llegó a México dentro de un movimiento que llamaron Rock en tu idioma, aunque los argentinos no pertenecían a la casa disquera que acuñó dicha frase. Desde el Festival de Avándaro, el rock mexicano había sido proscrito.
Las buenas conciencias priistas y las almas conservadoras negaban cualquier expresión juvenil y ni pensar que en Televisa pasaran algo que no fueran las convencionales y aburridas baladas que tanto fascinaban a Raúl Velasco. En México, no había lugar para el rock en español.
Sin embargo, había tercos que se empeñaban en hacer rock en español. El Tri, Jaime López, Cecilia Toussaint, Botellita de Jerez, Chac Mool, Real de Catorce. No había lugar para ellos en la radio. A la par, un fuerte movimiento rockero crecía en España y Argentina. Y así como los directivos actuales del futbol, los empresarios culturales optaron por importar a dichos músicos y relegar a los nacionales.
Mucho se ha hablado de que la ola argentina y española vinieron a revitalizar la escena rockera en español, pero lo que sucedió en realidad es que el apoyo que Televisa y la radio comercial dio al movimiento Rock en tu idioma sirvió para inhibir el movimiento rockero nacional que surgía y criticaba con fuerza al régimen.
Pero bueno, de eso no tiene la culpa Soda Stereo, ni Miguel Mateos, ni Radio Futura, ni Hombres G.
Té para tres
Soda Stereo es heredero de una tradición rockera argentina que Charly García, el Flaco Spinetta y el grupo Virus impulsaron fuertemente a inicios de los 80. La guerra de las Malvinas y la prohibición del rock en inglés estimularon la aparición de nuevos talentos en el dicho país del sur del continente.
Para quien guste conocer de dónde vienen las raíces de Soda Stereo, además de The Police y The Cure, tiene que escuchar al Flaco Spinetta, desde que tenía su banda Pescado Rabioso. Incluso, en la cima de su éxito, Soda Stereo recuperó el solo de la canción Cementerio Club, en su versión plugged de Té para tres.
También es imposible ignorar a la banda Virus, que con su disco Locura marcó el rumbo que en la segunda mitad de los 80 seguiría Soda Stereo.
Si algo habría que destacar de Soda Stereo, además de las inteligentes letras de Cerati, era su audacia musical. Cada disco es una exploración hacia nuevos estilos musicales. Cada disco rompía con el anterior y marcaba nuevas pautas. De Nada Personal a Signos hay una enorme evolución. Doble Vida es un disco en donde hasta un rap incluyen. Canción Animal marca una nueva década y rumbo a seguir. Luego, Dynamo muestra las tendencias por la electrónica que estaba tomando Cerati: “es como ser ameba, sin anverso ni reverso”, se resume en una canción la experimentación en cada disco.
Después del auge, viene un disco completamente influenciado por el espíritu beatle que pareció revivir a mediados de los 90, con la aparición del Brit Pop: Sueño Stereo. Ese disco, que quizá tenga una de las mejores portadas del rock en español (Unas bocinas como óvulos que esperan ser fecundadas por unos audífonos-espermatozoides) marca el fin de una era. Después vendría el disco Plugged para MTV y luego, la gira del adiós.
La carrera solista de Gustavo había empezado desde que Soda Stereo estaba en su mejor momento. El disco Colores Santos, compuesto a dúo con Daniel Melero fue su primera incursión. Después vendrían Amor Amarillo, Bocanada, Siempre es hoy, Ahí vamos y Fuerza Natural.
Después de tanto andar, estás en el mismo lugar
Finalmente, tras cuatro años en coma, Cerati murió. Más de una generación derramó una lágrima o recordó una canción de Soda que lo llevó a los territorios de su adolescencia, cuando para escuchar la música había que quitarle el celofán al casete o al disco y, mientras éste giraba, escuchar esas letras con las que Gustavo parecía traducir los más profundos anhelos de una generación.
Hoy, démosle una oportunidad a la nostalgia y escuchemos sus discos. Y digamos: Gracias… Totales.
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