Víctor López Jaramillo
Aprovecho que está en cartelera una nueva versión fílmica de El Complot Mongol para hacer unos comentarios de esta novela -la cual, siempre he considerado de mis favoritas y, a quien se deje, he recomendado ampliamente- para hacer un breve análisis de ésta. Si no quiere espoilers de la novela y/o película, recomiendo detenga su lectura en este punto, aunque le recuerdo que la obra ya tiene mas de cincuenta años y es ya un clásico literario del siglo XX.
Considerada como la iniciadora de la novela negra en nuestro país, la obra de Rafael Bernal, escrita en 1969, cuenta una trama internacional donde la KGB, agencia soviética, capta un rumor en la Mongolia Exterior el cual afirma que agentes de la China comunista planean asesinar al presidente de Estados Unidos en una visita de Estado a México. Para ello, la inteligencia política mexicana recluta a uno de sus elementos de confianza de bajo perfil pero que tiene contactos en el Barrio Chino mexicano, para que confirme o descarte dicha información.

El protagonista es Filiberto García, un matón que en su juventud estuvo en las filas revolucionarias cuando la violencia era el mejor método para ascender en la escala del poder, sin embargo, cuando se institucionaliza la revolución, el sistema mas que matones ahora requería abogados y allí es donde la estrella de García se apaga, aunque conserva sus contactos porque cada que se requería un “muertito”, los nuevos políticos siempre recurren a él porque “a veces la ley no les alcanza y entonces me mandan llamar”.

Por ello, García ha servido al régimen para aplacar la rebelión de Cedillo contra Cárdenas y posteriormente para eliminar a un campamento de cubanos que pretendían exportar la revolución cubana a toda América.
Filiberto García es el reverso de la moneda de Artemio Cruz, mientras el personaje de Carlos Fuentes ha mutado conforme ha cambiado el régimen revolucionario y ha pasado de rudo general a hombre respetable de negocios y del sistema, el protagonista de El Complot Mongol se queda al margen de la riqueza y el poder pero es un pilar indispensable para mantener de manera subterránea el orden que pretende simular el régimen y ofrece un descarnado análisis del México del sistema del partido de la revolución institucionalizada.

Dentro de la trama, interactúan agentes de la KGB, el FBI y otros cabos sueltos que terminarán por dar un giro a la historia y revelar la verdadera naturaleza del complot que mas que con conflictos internacionales, tiene que ver con las intrigas de Palacio Nacional.
El personaje que junto con García explica cómo funciona el nuevo sistema político emanado de la Revolución Mexicana, y que, incluso, podríamos decir que sigue funcionando de dicha manera, es El Licenciado, un abogado graduado en 1929, ahora caído en desgracia, que sólo se dedica a beber tequila en las cantinas y hacer trabajos ocasionales para sus amigos. Su padre, quien también fue abogado, fue cercano a Porfirio Díaz y estaba destinado a ser magistrado hasta que estalló la Revolución y no quiso apoyar a ningún general, “ya no fue nada ni nadie, porque quiso ser leal”, narra El Licenciado entre copa y copa.
Y es cuando lanza su teoría de cómo funciona el poder en México: el poder es una amigocracia en donde cuentan mas los amigos que tienes que el talento y a eso le llama “Cuatificar”. Así, todo es cuestión de “cuatificar”, crear amigos, porque “tener la razón vale un carajo, lo que importa es tener cuates”, sentencia nuestro personaje.
¿Y por qué cayó en desgracia? Porque para “cuatificar” se necesita mas ir a la cantina que a la universidad y se fue perdiendo en el alcohol, “y ahora que vivimos en una licenciadocracia, yo ya estoy demasiado ‘cuatificado’ para servir de algo”.
Así la historia de El Complot Mongol aproveche si puede verla en el cine, aunque, decirlo ya es un lugar común, la película no está a la altura de la novela y, desde mi punto de vista, es mejor la versión cinematográfica de 1977 estelarizada por Pedro Armendáriz Jr.; aunque en la nueva versión, Roberto Sosa interpreta de manera magistral el personaje de El Licenciado.
PD.

También hay una excelente versión en cómic hecha por Ricardo Peláez con guión de Luis Humberto Crosswaite. El primer tomo fue lanzado en el año 2000 por Grupo Editorial Vid, pero el resto de las entregas nunca se publicaron. Recientemente el Fondo de Cultura Económica la ha publicado íntegramente en un excelente volumen. Recomendable.