Una de las cosas que más odiaba en Semana Santa, tras el impuesto fervor religioso y tener que estar triste reflexionando por la pasión cristiana, era la escasa oferta televisiva en el México de finales de siglo XX. Ante una televisión hegemónica como Televisa nos recetaba una aburrida oferta de películas como Los Diez Mandamientos, Ben-Hur, Quo Vadis? entre otras donde ensalzaban al cristianismo pero que aburrían mortalmente a cualquier adolescente de los 80 y 90.
Por fortuna hoy tenemos la opción del streaming y Netflix ofrece una de las películas más irreverentes sobre la vida de Jesús, alias el Cristo. Es obra de los Monty Python, famoso grupo de cómicos británicos, en donde hacen una sátira sobre la vida de Jesús.
Filmada en 1979, Monty Python inventó el multiverso religioso y nos narran la vida de Brian Cohen en la Judea ocupada por Roma en el siglo I AEC, la cual es sospechosamente parecida a la de Jesús el Nazareno, incluyendo el final en la cruz.
Al hacer la sátira sobre la vida de Jesucristo, Monty Python a través de la comedia, hace una profunda crítica en tres niveles: a la intolerancia y fanatismo religioso y sus divisiones cismáticas que conllevan, al fundamentalismo político y sus profundas divisiones políticas entre ellos y, finalmente, a Hollywood y sus películas llenas de clichés.
En la escena del nacimiento del protagonista se resuelven dos dudas fundamentales que nos hemos hecho siempre en Navidad: ¿Qué demonios es la mirra? y ¿si su signo zodiacal es Capricornio?
La película continúa con la misma línea de vida de Jesús: una Judea ocupada por el Imperio Romano, en donde Bryan es un Don Nadie, pero por al enamorarse de Judith, una judía radical antimperialista, decide unirse a su grupo y es donde queda decidido su destino de guerrillero.
Tras un fallido golpe contra el líder romano en donde alcanza a huir, involuntariamente Brian se ve convertido en el profeta más popular de Jerusalén, lo cual no quiere y huye de sus seguidores. En ese escape generará el primer cisma: unos adorando su calabaza para beber agua y los que adoran el zapato que dejó tirado y, luego, entre estos, viene un segundo cisma entre los que dicen que es un zapato y los que dicen que es una sandalia. Aquí es donde vemos la sátira a la división de las religiones. Todo con el humor satírico de los Monty Python.
Una de mis escenas favoritas es cuando hacen mofa de la frase “Yankees Go Home” sólo que aquí contra los romanos, quienes en vez de enojarse por querer regresarlos a Roma, se molestan porque no saben escribir correctamente latín y obligan al rebelde judío a corregir su texto. Siempre me recuerda al sufrimiento que tuve en la clase de declinaciones latinas en la preparatoria en donde sufrí horrores para aprenderme el nominativo, genitivo, imperativo, etc.
Al más puro espíritu de los Python, el final tiene toques irónicos y absurdos, como la decisión política de los rebeldes judíos y que todos los crucificados canten de manera optimista que hay que mirar el lado amable de la vida.
A 40 años de distancia, la película políticamente incorrecta hecha por Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin mantiene su vigencia con esa mirada crítica a la religiones y la política por sus dogmatismos y radicalismos.
Si busca algo diferente en esta Semana Santa que lo haga reflexionar a través del humor (advertencia, es humor británico, el cual suele tener sus peculiaridades) entonces busque esta película en Netflix y otras plataformas de streaming).