
Víctor López Jaramillo
Querétaro. Invierno de 1952. El inerte sol estéril de invierno no servía para calentar la cantera fría del hoy Centro Histórico. Ese sol únicamente era una enorme mancha blanca dubitativa entre las nubes de febrero.
Año de elección presidencial. Tres candidatos fuertes a la silla del águila. De la izquierda, de la derecha y el oficial. Miguel Henríquez por la Federación de Partidos del Pueblo de México, González Luna por el PAN. Y por el aún invencible PRI, alguien que no usaba copete pero sí mucha brillantina, el experimentado, por decir lo menos, Adolfo Ruíz Cortines.
Y como todos los inviernos de nuestro descontento, ese debió ser frío. Un invierno con escasez de azúcar y desabasto de carne. Además, el precio de la leche había aumentado a 75 centavos el litro, lo cual provocó escándalo.
En el futbol, el Querétaro juega en Segunda División y los cronistas deportivos se quejan de su escaso poder ofensivo porque apenas saca un empate a dos con Irapuato y luego es goleado 4 a 1 por el Puebla. Pero los aficionados al balompié serán recompensados con la visita de equipos de Primera División como el Marte y los entonces populares Atlante y Necaxa.
El estreno cinematográfico de la temporada es la película A toda Máquina, con Pedro Infante y Luis Aguilar. Una cinta “arrolladora, explosiva y genial”, la describe la cartelera del Teatro Alameda. De Hollywood llega Montana con Errol Flynn y Alex Smith “en maravilloso Technicolor” y La Escuela del Crimen con el gran Humphrey Bogart, que se estrenan en el Teatro Plaza.
Querétaro bajo el mandato de Octavio S. Mondragón y siguiendo los lineamientos implementados por el Presidente Miguel Alemán Valdés, según jerga política de época, va en rumbo de su modernización y se anuncia que se asfaltarán varias calles de la ciudad.
En este marco, la Universidad de Querétaro cumple su primer año. Y para conmemorar tal acto, se invita a José Vasconcelos, quien acuñaría el lema que hoy ostenta: “Educo en la Verdad y en el Honor”.
El maestro Vasconcelos llega a Querétaro un 22 de febrero de 1952.
El encargado de entrevistar al ya mítico Vasconcelos es un joven talento queretano que se muere de nervios. Se llama José Guadalupe Ramírez Álvarez. Escribe en el Tribuna de J. Jesús de la Isla una columna llamada Visión de mi Ciudad. Por la mente del futuro Rector pasa un torrente de recuerdos. Ha hecho muchas entrevistas, pero pocas a alguien que admire profundamente.
Le pregunta: “¿Qué opina de la Universidad, cuyo primer aniversario viene a celebrar?”
A lo que Vasconcelos responde: “Es muy hermoso trabajo, porque llena una de las más urgentes necesidades del país. Si queremos que el pueblo mexicano se ponga a la altura de la civilización es necesario darle cultura superior y educación técnica.
“En ciertas épocas de regímenes demagógicos se dijo que primero era necesario dar al pueblo educación primaria. Pero, ¿de dónde han de salir los mismos maestros de primaria? Incuestionablemente que de las escuelas superiores. La industria, todas las actividades, precisan de técnicos que no se van a formar sino en los institutos de cultura superior.
“La universidad es una necesidad vital para México”, concluye.
En la inauguración de los cursos de 1952 y conmemorando el primer aniversario de nuestra Universidad, José Vasconcelos dicta una conferencia donde destaca que un “grave error es ponerse a rendir pleitesía al éxito. La imitación política de lo inglés produjo, en el siglo XIX, todos esos cesarismos de etiqueta democrática que nos trajeron despotismos más enconados que el régimen colonial… El desprestigio de los Imperios nos obliga ahora a volver hacia nosotros mismos… Estamos en la aurora de una etapa de luz. Enderezar la acción hacia los nuevos objetivos es el deber primordial de nuestra generación”.
Y con esas palabras, la UQ comenzó el año escolar de 1952.