Víctor López Jaramillo

Quizá usted recuerde una capítulo de la Pantera Rosa, ese simpático felino de color rosado, en donde de un castillo medieval sale un feroz cobrador de impuestos resguardado por dos soldados que traen un banderín que dice: “Su amigable recolector de impuestos” y sale a las aldeas a cobrar los impuestos que se le deben al rey.
En el capítulo, titulado “Pinkcome Tax”, el primer incauto, sólo paga una moneda, pero tras ser agarrado a garrotazos por los amables antecesores de la Secretaría de Hacienda, el pobre contribuyente tiene que soltar todas las monedas que tiene y quedarse en la miseria.
Y al que no paga, además de ser golpeado, tiene que hacer un tour forzoso a las elegantes mazmorras del castillo. Ya en el capítulo, el felino rosado, cual un Robín Hood, entra en acción para rescatar a todos los incautos y se desatan delirantes escenas.
Traigo a colación este capítulo porque desde el primer día de enero, los mexicanos hemos sido golpeados a mazazos económicos por parte de Hacienda, que sólo nos da dolores y nos cobra cada vez más impuestos.
Esta cuesta de enero será una de las más complicadas. Basta visitar cualquier supermercado y ver como las nuevas etiquetas con los nuevos precios sustituyen a los antiguos precios mientras nuestro bolsillo se empobrece cada vez más.
Subieron los refrescos, subieron las cervezas, subió la gasolina y subió hasta la comida del perro. Y, como, dice un clásico del rock and roll, Alex Lora, sólo el gobierno va a ser el ganón.
Porque los que nunca pierden son los que están en el poder. Sus altos salarios no se ven afectados con los impuestos, mientras que la población en general tiene que aprender a malvivir. Si diputados y alcaldes, regidores y secretarios, gobernador y presidente hicieran un gesto de humildad al reducir sus jugosos salarios, por lo menos se mandaría un mensaje de austeridad.
Y aunque sería simbólico el recorte de salario, por lo menos, los votantes sabrían que quienes son funcionarios ganan menos. Pero no, como señores feudales, siguen gozando mientras todos tenemos que apocar de nuestros bolsillos para pagar más y más impuestos.
Y no sólo eso, sino que hasta ponen trabas para que los contribuyentes puedan pagar puntualmente. La imposición de usar solamente factura en electrónica suena bien en el discurso, pero en la realidad, muchos contribuyentes que llamaban a las instancias señaladas para resolver sus dudas, se encontraban que siempre los dejaban colgados y las dudas seguían en el aire.
Aunque la verdadera pregunta es ¿acaso nuestros brillantes funcionarios no saben en qué país viven? ¿Acaso creen que todos los pequeños comercios tienen la capacidad de infraestructura tecnológica para usar el sistema de facturación electrónica? Parece que nuestros funcionarios no conocen el país que gobiernan y administran.
Impuestos y más impuestos. Cuenta una anécdota que cuando el emperador Vespasiano puso un impuesto a los urinales (entonces la orina era un elemento básico para curtir pieles), su hijo Tito, futuro emperador, le reclamó por tal impuesto que, además de oneroso, era vergonzoso.
Por respuesta, el emperador le dio una bola de monedas con las recaudaciones y le dijo: el dinero no huele. Eso explica porque a nuestros gobernantes no les importa de dónde viene el dinero que paga sus jugosos salarios.
Y como si fuera cíclico, hoy en nuestro país sigue vigente una vieja canción de El Tri de Alejandro Lora que adaptada a las nuevas circunstancias diría: “La familia Peña Nieto, a una gran viaje se piró, Doña Angélica y su marido, se fueron a dar el rol. Y es que nuestros impuestos están trabajando y cada día hay que pagar más”.