No es un hecho menor lo sucedido el 1° de mayo, en donde abruptamente fue cancelado el desfile y el gobernador, Francisco Domínguez, huyó escoltado por su seguridad rumbo al Palacio de la Corregidora a refugiarse de la protesta social que tomaba las calles de Querétaro.
Las primeras horas del evento habían transcurrido en calma, siguiendo el caduco ritual de que los trabajadores pasen frente al gobernante y agradezcan las dádivas dadas. Un ritual que data de la más rancia época priísta y que muestra el nivel máximo del corporativismo político.
De pronto, un grupo de maestros disidentes se sale del guión y empieza a protestar fuertemente, lanza playeras, gorras y agua al estrado donde está el gobernador y su gabinete.
Ante el hecho, dan la orden a los líderes obreros corporativizados de terminar el desfile y el gobernador corre escoltado.
Y no es un hecho menor porque muestra una vez más el talante autoritario del gobernador Domínguez y la falta de respuesta política de la Secretaría de Gobierno, que pareciera que enfoca más sus esfuerzos a intervenir en los poderes Judicial y Legislativo y no a hacer sus labores de inteligencia política.
En apenas siete meses de gobierno, los gobiernos panistas en la capital y en la gubernatura empiezan a hacer agua y existe el riesgo de llevar a sus proyectos políticos al naufragio.
Los panistas hicieron una lectura equivocada de su amplio triunfo electoral. Es un error pensar que, por ganar holgadamente, la ciudadanía les dio un cheque en blanco para tomar patrimonialmente el gobierno.
Se equivoca el gobernador al decir primero que quienes protestaban lo hacían ante la instancia equivocada, puesto que él nada tenía que ver en la reforma educativa.
Las decisiones que han tomado, tanto Domínguez en la gubernatura como Aguilar en la capital, han ido creando un caldo de cultivo para la protesta, una protesta que el 1° de mayo se hizo más que notoria a nivel nacional.
El cambiar la ley de jubilaciones a trabajadores en servicio del Estado claro que genera un malestar social. La amenaza de despido de empleados municipales del servicio de limpia crea inconformidad entre ellos.
Y se equivoca también Domínguez al querer usar el viejo truco de los infiltrados y la protesta provocada, como si a los trabajadores les faltaran motivos para protestar.
En este 2016, el gobernador reproduce el discurso de 1998 de Ignacio Loyola Vera como gobernador. Nunca aceptar errores y fabricar culpables. En 1998, tras los sucesos donde apedrearon un camión con miembros del gabinete, Loyola Vera vio complots en cada rincón de Querétaro y señaló a las organizaciones sociales como responsables. Ese fue el inicio para reprimir a organizaciones como el Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas (FIOZ) y encarcelarlos para eliminar toda disidencia en el estado.
El recuerdo de Ignacio Loyola Vera siempre irá ligado con el de los presos políticos que mandó encarcelar.
La tentación autoritaria está en Francisco Domínguez y ya comenzó a señalar a organizaciones sociales. Además de querer vengar la afrenta de ser burla nacional, quizá Domínguez busque, al igual que Loyola Vera en su momento, poner freno a las organizaciones sociales que lo cuestionan. Falta ver si en cualquier momento Francisco Domínguez tiene sus primeros presos políticos a consecuencia de las manifestaciones del 1° de mayo.