Así es como el escritor Julio Figueroa, quien prefiere denominarse “palabrero rodante”, ha calificado desde hace semanas al gobierno del panista Marcos Aguilar Vega: Marcoslandia.
Es evidente que el sufijo “landia”, tomado del reino mágico del mundo del color que es la Disneylandia gringa, hace alusión con ironía a un paraíso ficticio que existe en la mente de los gobernantes y que a través de comerciales y espectaculares nos hacen creer que vivimos en dicho sitio.
Y el gran día de esa ciudad mítica llamada Marcoslandia fue precisamente el día del informe del alcalde. Fue el día de esta donde el autoelogio alcanzó su punto más alto.
Como se viene haciendo costumbre, primero el informe político, el que respeta la forma, en donde se entrega un documento escrito ante cabildo y los partidos representados en dicha institución fijan su posicionamiento y, si la hay, critican el actuar del gobierno.
Hasta ahí, todo bien, es un acto republicano, austero, en donde, al menos en forma, hay interlocución entre pares del Ayuntamiento.
Cuánta razón tenía Octavio Paz al decir que México siempre anhelará el no haber sido monarquía. Y esto se refleja más en la clase gobernante porque los actos sobrios y republicanos les parecen poco y por ello, tienen que recurrir al informe o mensaje ciudadano.
Aquí, donde toma forma el fondo político de su actuar, libres de las ataduras de tener locución con sus pares políticos, dan rienda suelta a los sueños de grandeza monárquicos y sin que nadie los interrumpa, dibujan castillos en el viento de su gran Landia que han creado en su mente.
Ojo, que esto no es exclusivo del alcalde Marcos Aguilar, también en su momento los panistas llegaron a cuestionar el optimista gobierno del priísta José Calzada Rovirosa y lo llamaban Pepelandia y al gobierno de Roberto Loyola, exacto, usted adivinó, Loyolandia.
Pero Loyola es agua pasada. Concentrémonos en el agua que corre, que es Marcos Aguilar. Al principio citaba al palabrero Julio Figueroa que cuestiona la forma y fondo del actual alcalde.
Figueroa, en unos de sus correos electrónicos, que son la evolución digital de sus hojas sueltas mecanografiadas que repartía por allá en los 90, describe el actuar de Marcos con una frase: “La humildad no es política y el poder es ególatra”.
Y para ilustrarlo cabe mencionar el incidente de los espectaculares con la autofelicitación de Marcos Aguilar por su informe de gobierno.
El viernes aparecieron unos espectaculares felicitando al alcalde por su primer informe de gobierno y como rúbricas venían el escudo del municipio y el logotipo de la actual administración. Es decir, Marcos Aguilar felicitaba a Marcos Aguilar.
El popular tuitero @juaneri difundió varias tomas desde diferentes ángulos. Así estuvieron el sábado por la mañana y el tema empezó a cobrar fuerza en redes sociales y los apologistas digitales del gobierno municipal se empeñaron en desmentir las imágenes.
Finalmente, por la tarde, un tercer logotipo apareció en los espectaculares, era de la empresa que felicitaba al alcalde. Más preguntas surgieron, ¿por qué el tercer logotipo se puso después? ¿Fue un error de logística? ¿O ante las críticas por el autoelogio buscaron la manera de corregir el fallo?
Llama la atención el hecho, porque demuestra lo dicho por Figueroa: la egolatría del poder y la falta de humildad de quienes lo detentan para admitir errores.