Habrá que preguntarles a los viejos sabios de la aldea queretana para saber si existe un antecedente de tal magnitud como el del Quinto Informe del rector Gilberto Herrera Ruiz en Plaza de Armas de esta barroca ciudad.
Un momento de tensión parecido lo podríamos encontrar en los duros días en que se consiguió la autonomía o el encontronazo con el gobernador Camacho Guzmán. O quizá recientemente en los años de la rectoría de Dolores Cabrera, cuando se enfrentó con el primer gobernador panista, Ignacio Loyola Vera, por el tema presupuestal.
Los pulsos entre la autoridad y el gobierno no son cosa nueva ni exclusiva de nuestro país, así que en una sociedad democrática no deberían sorprender los diferendos entre la máxima casa de estudios y los gobernantes.
Mucha molestia causó entre los principales círculos del gobierno estatal el hecho de que el rector Gilberto Herrera Ruiz rindiera su Quinto Informe de Actividades en el corazón político de la entidad, justo en el lugar donde Francisco Domínguez celebró su triunfo electoral hace año y medio.
Como un acto político y una provocación calificaron desde el Palacio de la Corregidora al evento. Sin embargo, olvidan que todo informe es un acto político, incluidos los tradicionales eventos cerrados que se realizaban en el Centro de Negocios de la UAQ, en Juriquilla, actos solamente para la clase política.
Incluso, recordemos que recientemente en un informe en el Centro Universitario el gobernador Francisco Garrido fue abucheado por estudiantes que protestaban afuera del recinto donde se realizó el acto.
Sin duda, fue una apuesta arriesgada el realizar el informe en una plaza pública, pero a final de cuentas fue una prueba democrática para la Universidad de la cual salió fortalecida.
El pasado 16 de febrero en Plaza de Armas se cruzaron todas las voces de la Universidad, tanto la de los sindicatos que cuestionan acremente al rector, como de los que aprueban su proyecto y cientos que fueron a conocer el estado de cuentas de la Universidad.
El encuentro plural de voces en la plaza pública es lo que le da fortaleza a la Universidad.
Desde la concentración en la explanada de Rectoría que se convertiría en una multitudinaria marcha se sentía la tensión. El aviso de que no cayeran en provocaciones ante una intentona de las autoridades estatales para desestabilizar el evento sirvió para reforzar.
En política la forma es fondo y se pasó de un informe cerrado a la élite a un informe popular. La pregunta es si el gobernador Francisco Domínguez o los alcaldes de los municipios rendirían un informe donde sus opositores estén presentes en el mismo lugar y les cuestionen mientras rindan cuentas y no un evento cerrado donde controlan quién puede acceder y quién no.
Pero no todo son cuentas alegres, la Universidad tiene problemas pendientes, uno de ellos, el de fondo, es el presupuesto insuficiente. De hecho, ese fue el por qué principal de hacer el informe de manera abierta, para mostrar todo lo que hace la Universidad y que es necesario aumentar lo que recibe.
Por otra parte, está la relación con los sindicatos. Desde la elección del actual rector, la Universidad quedó con cicatrices políticas que no cierran y en cada coyuntura es como si se echara sal en la herida.
Desde la elección universitaria, en 2011, hubo una fuerte ruptura entre las facciones de la Universidad y las diferencias se han ido ahondando.
Se acerca una nueva elección y se presentarán diversos proyectos, pero ante todo debe prevalecer el diálogo y la pluralidad de voces, como quedó constancia en la plaza pública.