(Publicado en El Universal el 8 de enero de 2019)
Víctor López Jaramillo
Cuando el primer Oxxo llegó a mi pueblo fue toda una fiesta, casi algo similar como cuando Mc Donald’s se instaló en la URSS y los soviéticos hicieron fila aquel frío noviembre de 1990 para comer una hamburguesa en la Plaza Roja de Moscú y probar a que sabía Occidente.
Algo similar pasó cuando llegaron esas tiendas de autoservicio, eran la representación de la llegada de la modernidad del nuevo milenio al viejo poblado. La combinación de amarillo con rojo en el edificio con enormes ventanales significaba que ya no se estaba tan lejos de las urbes; era tal la euforia que incluso había quienes se citaban en el Oxxo para tomar un café y platicar como si estuvieran en cualquier cafetería tradicional.
Este viejo recuerdo perdido a mi mente cuando entré a twitter y vi virulentas discusiones porque el presidente Andrés Manuel López Obrador durante sus giras se ha detenido un par de ocasiones en un Oxxo para comprar un café. Ignoro si era moka, latte, venti y todas esas parafernalias que ya venden o era un simple americano de la marca de la tienda.

Ese simple hecho provocó una nueva oleada de tweets a favor y en contra del hecho. Que si un líder cercano a la gente, que si eso fue un desplante populista, que su poder no vale nada porque no abrieron la segunda caja, etcétera. Twiter se ha vuelto un pueblo chico con infiernos grandes.
Tras la discusión del café, vino la de la muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, y su esposo, el senador panista Rafael Moreno Valle, ambos de filiación panista. Nuevamente los encontronazos entre opiniones y hubo algunos que hasta insinuaron la casualidad de que el presidente constitucional se vería beneficiado con la muerte de dichos rivales políticos.
Después, sin tregua navideña de por medio, vino la querella de la gasolina. El cierre de ductos de Pemex que provocó que varias gasolineras se quedaran sin combustible para vender. Nuevamente los dos bandos enfrentados: que todo era culpa de los políticos huachicoleros del PRI y PAN hasta a culpar al presidente de castigar a los gobiernos que no son emanados de Morena. Sin matices de por medio, discutir y ver el mundo arder ha convertido de la política en un nuevo entretenimiento interactivo digital.
Sin embargo, en esta discusión de las cosas pequeñas mezcladas con las grandes, olvidamos otros detalles que pueden ser trascendentes.
Envueltos en el fuego de la furia cotidiana, no se advierte que el presidente López Obrador sigue marcando la agenda diaria y tanto sus detractores como sus seguidores la siguen. Es más preocupante el caso de la oposición porque envuelta en el amargo odio de la derrota son incapaces de generar un nuevo tema de agenda política, simplemente van a la zaga de AMLO.
Se necesita una oposición inteligente, que articule sus ideas para cuestionar con argumentos al presidente López Obrador, pero hasta ahora el PAN y un disminuido PRI solo reaccionan con sombrerazos y tuiteadas. No dominan la agenda. Si fueran un equipo de futbol, serían el que va perdiendo, con la media cancha perdida y que solo se dedica a patear al rival que pasea la pelota a placer con su tiki-taka.
A la oposición le hace falta el análisis certero de la derrota y a partir de ahí reconstruirse y enfrentar en términos de agenda a la nueva hegemonía política.
En lo que eso sucede y mientras twitter arde, me voy por a preparar un café pero no al Oxxo.