Última llamada en la lucha contra la corrupción


México no tiene el monopolio de la corrupción ni tampoco es su inventor, alguna vez señaló el escritor Carlos Fuentes, pues tanto hay corruptos en Miami como en Ciudad de México. La impunidad es lo que nos diferencia. Mientras otros países sí penalizan a quienes cometen ese tipo de ilícitosen México han llegado a ser prohombres del sistema.

En México frecuentemente se modifican leyes y hasta se crean instituciones para combatir la corrupción, pero esta no ha disminuido e incluso, según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ésta le cuesta a nuestro país hasta un 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Numerosas investigaciones periodísticas recientes dieron cuenta del estado de putrefacción de la vida pública de nuestro país. La casa blanca del presidente, la estafa maestra del desvío de recursos, la trama Odebrecht, además de los desvíos de dineros a los paraísos fiscales para evadir el pago de impuestos. Periodísticamente ha sido documentado y aunque no tuvo un impacto en renuncias inmediatasel electorado optó por la opción política que dijo que castigaría toda esa corrupción.

Quizá, el paralelo histórico del sexenio de Enrique Peña Nieto sea el de Miguel Alemán Valdés, que también fue señalado como un gobierno lleno de corrupción, pues varios funcionarios públicos que tomaban un cargo, al par de años ya eran millonarios, por ello, el caricaturista Abel Quezada los llamó «tanprontistas», por lo «tan pronto» que habían obtenido su fortuna.

Cuando su sucesor Adolfo Ruiz Cortines se colocó la banda presidencial, de inmediato en su discurso inaugural descalificó la corrupción alemanista y anuncio un gobierno austero y honesto.

Y a manera de propaganda política, Ruiz Cortines hizo pública su declaración de bienes, cosa que no se estilaba en esa época; además, fue noticia que un oficial de tránsito multara a su chófer por dar una vuelta prohibida. Y para rematar la lucha contra la corrupción, se multó a una constructora por cobrar por una obra que no hizo.

Sin embargo, la gran cruzada contra la corrupción alemanista quedó simplemente en retórica y actos simbólicos. Miguel Alemán se dedicó a sus negocios turísticos en Acapulco sin que fuera señalado legalmente como partícipe de acto de corrupción alguna y fue un prohombre del sistema. Es verdad, al gobierno de Ruiz Cortines no se le recuerda como corrupto, pero para atajar la corrupción no basta con no ejercerla sino con castigar la del pasado.

Por ello, ahora, en el caso Lozoya que involucra un enorme acto de corrupción como el de Odebrecht, estamos ante una oportunidad histórica para dar un giro al sistema mexicano, no basta con decir que este gobierno no es corrupto ni sólo estigmatizar a los corruptos, eso ya lo vivimos, ahora tiene que haber un proceso legal que siente precedente y se convierta en un parteaguas para que quien quiera cometer un acto de corrupción, sepa que puede ser castigado. Estamos en el momento que comienza a combatir el cáncer de la corrupción de la república o simplemente comprobaremos que ya hizo metástasis.

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