Wuhan, murciélago, virus, COVID-19, pandemia, tos, respirar, confinamiento, enfermedad, pandemia, peste, home office, classroom, incertidumbre, entre otras, fueron las palabras que más pronunciamos en 2020, cuando el mundo se detuvo a causa de la nueva peste y tuvimos que posponer la vida y reinventarnos en medio del encierro temerosos de ser una víctima más.
A la incertidumbre le siguió el miedo, ansiedad, desesperación y, por contradictorio que parezca, la esperanza, la trampa mortal del deseo humano que nos puede hacer resistir o hundirnos inmisericordemente; y para finales de 2020, el año perdido, todas las esperanzas puestas en una solución producto del pensamiento científico.
2020 y 2021 serán recordados como los años siameses, años extraños unidos por el virus y la pandemia; años que, sin ser gemelos, son tan tremendamente parecidos que no los vemos cómo algo separado sino como una continuación uno del otro.
El 2021 lo iniciamos con una palabra clave: vacunación. Y contradictorios que somos los seres humanos, no faltó quién prefiera ser antivacunas, negando todo avance científico apostando su vida a un puñado de prejuicios.
Pero la vacuna no fue el final de la pandemia, solo una prolongación de la agonía, apenas el gol del empate para alargar el juego a tiempos extras porque ni bien habían comenzado a aplicarse las primeras dosis, comenzaron a aparecer las variantes del COVID-19.
Alpha, beta, delta, gamma y ahora ómicron, son los nombres de las mutaciones del virus, de las cuales no sabemos si son más o menos peligrosas pero que representan una amenaza y ya nos tienen en la cuarta ola de la pandemia. Y aunque ómicron tiene nombre como de malvado de una chafa saga de superhéroes, su nombre es una letra del alfabeto griego antiguo, equivalente a la O corta. A repasar las clases de etimología de la prepa porque ante el poco avance de la vacunación en algunos países, no descartemos una variante épsilon o psi o la letra griega que quiera hasta llegar a la omega.
Pese a que la vida parece regresar a la rutina, no volverá a ser lo que fue. El uso de las herramientas para el trabajo desde casa como las videoconferencias nos obligarán a repensar mejores formas productivas.
Ahora, en la parte final de los años siameses viene la pregunta si seremos mejores personas, en lo personal, soy pesimista de la condición humana porque, como escribió Ernesto Sábato en su novela corta El Túnel, siempre tendemos a olvidar:
“En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase «todo tiempo pasado fue mejor» no indica que antes sucedieran menos cosas malas, si no que -felizmente- la gente las hecha en el olvido.”