En Querétaro, tierra de cenizas conservadoras, ¿logró el fuego zapatista encender chispas de cambio? Kevyn Simón Delgado ha mostrado el largo y sinuoso caminos de la izquierda en este rincón del Bajío, pero ¿cómo resonó el zapatismo aquí, en este suelo tradicionalmente conservador?
Enero de 1994 marcó un antes y un después. La Plaza de Armas de Querétaro, como en muchas otras partes de México, se convirtió en el escenario de protestas. Ciudadanos, académicos e intelectuales se unieron para demandar soluciones políticas, no militares, al conflicto zapatista. Este fue el comienzo de una serie de eventos que reflejarían una tensión política y social creciente.
El ambiente se agitó aún más el 15 de enero con una falsa alarma de bomba en la SHCP. Esta ruptura de la Paz Queretana fue un indicio temprano del cambio que se avecinaba. El mes cerró con una serie de marchas diarias, donde maestros, mujeres indígenas y comerciantes ambulantes, junto con miembros del PRD —que entonces aun no era patiño del PRI y PAN—, alzaron la voz, desafiando la hegemonía del PRI.
En noviembre, un comunicado anunció la formación de la Milicia Zapatista de la Sierra Gorda. Aunque resultó ser un espejismo, este incidente planteó interrogantes y reflejó un malestar social. El comunicado, aunque precursor de las fake news, sembró dudas y mostró que el descontento se extendía más allá de Chiapas.
La transición política de Querétaro, del PRI al PAN, coincidió con el fortalecimiento de los movimientos sociales, especialmente aquellos con tendencias indigenistas. El Frente Independiente de Organizaciones Sociales (FIOS) surgió, transformándose más tarde en el Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas (FIOZ).
El FIOZ pronto se vio envuelto en la controversia, enfrentando la represión del gobierno panista de Ignacio Loyola, especialmente tras un incidente durante la ceremonia constitucional de 1998. La respuesta del gobierno fue encarcelar a los líderes Sergio Jerónimo Sánchez y Anselmo Pérez Robles. Fueron los primeros presos del panismo en el poder.
Cuando Marcos anunció su Zapatour en 2001, inicialmente excluyó a Querétaro. Sin embargo, una declaración desafiante del gobernador Loyola, donde decía que fusilaría al subcomandante en el Cerro de las Campanas, cambió el escenario. Marcos visitó Querétaro y, en un mitin, apodó a Loyola ‘Firulais’, que lo convirtió en mofa internacional.
El zapatismo, más que una llama en Chiapas fue una especie de faro en Querétaro. Provocó reflexiones y movilizaciones, mostrando que, bajo la superficie conservadora, existen corrientes de cambio y descontento. Las protestas y la emergencia de organizaciones como el FIOZ son testimonios de un Querétaro más complejo y diverso, donde las voces alternativas desafían el statu quo y buscan redefinir la narrativa política del estado. Hoy, apagado el fuego zapatista, otros nuevos movimientos cuestionan al gobierno de Mauricio Kuri. Ya el tiempo dirá si trascienden.

