Diversidad, reconciliación y autonomía, retos de la UAQ


Víctor López Jaramillo

En su discurso de toma de protesta de Silvia Amaya Llanos como rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) se destacaron dos elementos fundamentales: la diversidad y la reconciliación, al cual, además de reflejar los valores de la institución, también proyecta los desafíos que enfrentará -además del clásico problema financiero– entre los que podríamos destacar el mantener viva la llama de la autonomía universitaria.

La diversidad, como señaló la rectora Amaya Llanos, es una valiosa lección aprendida en las aulas universitarias. Esta visión, producto de su experiencia personal, según detalló en su discurso, donde agregó que la búsqueda de oportunidades, negadas en otros espacios por su género, la llevó a encontrar en la UAQ un espacio de crecimiento y transformación.

En lo que respecta a la cuestión de la reconciliación, mencionada por la rectora, pero no detallada, se abre un abanico de interpretaciones. Se vislumbra la intención de sanar las heridas internas; entre ellas las consecuencias del paro estudiantil del otoño de 2022 por cuestiones de violencia de género.

Además, la reconciliación podría referirse a sanar conflictos administrativos previos y unificar tras el proceso electoral interno en el que salió triunfante y que, como toda elección, deja heridas que siempre es necesario sanar para fortalecer la institución. La reconciliación interna y externa no es un fin en sí mismo, sino un medio para fortalecer la institución.

Sin embargo, la tarea no es solo interna; ésta se extiende al ámbito externo y, en especial, en lo político. Recordemos que durante las administraciones de Gilberto Herrera y Teresa García Gasca la relación con Gobierno del Estado fue todo menos tersa, sobre todo por el tema de los recursos económicos destinados al alma mater y el ente crítico que es la UAQ y que suele incomodar al poder.

Aquí radica el dilema: ¿cómo lograr una reconciliación efectiva sin comprometer la autonomía universitaria? La UAQ, como muchas instituciones de su estirpe, valora profundamente su independencia. Este valor no debe ser sacrificado. Si bien el gobernador Mauricio Kuri habla de sinergia, la línea entre colaboración y control es delgada y peligrosa, sobre todo para el poder gubernamental que no quiere contrapesos ni cuestionamientos.

Es evidente que los universitarios no renunciaremos al espíritu crítico que nos ha caracterizado y que nos ayuda a transformar la realidad. Ser agente de cambio es fundamental en el mundo académico y es un pilar esencial para el avance y la innovación. La UAQ siempre será un espacio donde las ideas se cuestionen, se debatan y se nutran.

La legitimidad y el apoyo obtenidos por la rectora en el proceso electoral son un buen punto de partida, pero deben ser complementados con un compromiso firme hacia la inclusión, el respeto mutuo y, sobre todo, la preservación de la autonomía universitaria. El camino es largo y sinuoso, pero con la comunidad universitaria unida y vigilante, la UAQ puede ser más fuerte y cohesionada.

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