Víctor López Jaramillo
(Foto: Wikipedia)
Nota: Esta crónica la escribí el 1 de octubre de 1997, cuando tomó posesión Ignacio Loyola Vera como gobernador constitucional de Querétaro. Era el primer gobernador panista. Unos meses antes había derrotado al hasta entonces invicto PRI. Sinceramente, ese 1997 fue un año de esperanza democrática. El PRI perdía Querétaro, su cuna histórica, y en las primeras elecciones para escoger Jefe de Gobierno en la capital de la Repúbica, el tricolor era apabullado por un Cuauhtémoc Cárdenas que arrasaba en las urnas. Además, el PRI también había perdido la mayoría en la cámara legislativa.
La sensación de arribar a la democracia se complementó en el 2000 cuando Vicente Fox logró para el PAN el triunfo en la elección presidencial. El resto es una historia de desencuentros donde la democracia parece ser como el horizonte: inalcanzable. Amarga, como el vino del desengaño -Sabina dixit-, es la palabra que define la alternancia en México y Querétaro.
Los invitó a leer esta pequeña crónica para hacer el comparativo. Describe el júbilo y el ambiente de fiesta que se vivía entonces. ¿La historia se repetirá con la nueva alternancia?
El texto fue publicado originalmente en El Nuevo Amanecer en su edición 377 (6 de octubre de 1997) en la página 3. Era complemento de la nota del discurso de Ignacio Loyola Vera, titulado «Mirar lejos», en donde ofrecía que a partir de ese 1 de octubre las cosas ya no serían igual en Querétaro y que no gobernaría verticalmente. Entonces ofreció un Querétaro unido, más incluyente y más justo. «Un Querétaro por el que valga la pena vivir y por el que también valga la pena morir».
Una pequeña nube de humo nacía y moría en la tarde del primero de octubre.
Humo de pólvora. Parece un epílogo de las fiestas patrias del 15 de septiembre: castillos, juegos pirotécnicos, puestos de antojitos, mariachis, conjuntos musicales. Pero no, no es el 15 de septiembre, es la fiesta azul. Hace apenas unas cuantas horas, Ignacio Loyola Vera, de extracción panista, ha tomado posesión como gobernador Constitucional de Querétaro.
Mucha gente llegaba al Centro Histórico. La avenida Corregidora parece dar la impresión de tener una fiesta menor de un pueblito. Puestos de comida, juegos de tiro al blanco, venta de pan, tire las botellas, puestos de cassettes y frente a San Francisco, un castillo pirotécnico…
Del lado de Avenida Juárez, en un improvisado escenario, grupos tocaban las canciones de moda de la música grupera.
Las campanas repiqueteaban. Una gran multitud se había congregado. Una señora dijo que iba a festejar el cambio de gobernador. Y para los que no lo sabían, había globos en demasía que decían “Unidos por Querétaro” con una bandera de México atravesando la “Q”. Además, a veces dejaban caer papelitos con la leyenda “Ignacio Loyola. Unidos por Querétaro”.
Cuando la noche se apoderó del escenario, el voltear al cielo se podía ver los fuegos pirotécnicos. En Plaza de armas además de castillo había un escenario con mariachis. En el jardín Zenea, a las 9:20 se tenía planeado que se prendería fuego al castillo. Algunos curiosos quieren verlo desde primera fila y no falta quien diga: “quítese llevamos una hora aquí apartando lugar”, aunque cuando se encendió y soltó más ceniza que luces, esa misma gente le corrió en primer lugar. El castillo también tenía la leyenda “Unidos por Querétaro”, el lema que al parecer nos teníamos que aprender de memoria. Luego una cascada de luces, de pólvora ardiendo, se dejaría caer en el frente de la Iglesia de San Francisco y alguien exclamó. “las palomas se van a quemar, pobrecitas”. Nada pasó, las aves supieron volar.
Un poco más tarde, en Plaza de Armas, la misma escena se repetiría, un castillo ardiendo con la misma leyenda y un mariachi tocando “Viva México, Viva América…”. La cascada de luces se repitió en Palacio de Gobierno, pero ahí no había palomas que ardieran. No faltó quien aplaudiera al ver los juegos pirotécnicos y acto seguido, casi todos aplaudieron. Una vez consumido el castillo muchos optaron por retirarse, pero otros se quedaron a escuchar al mariachi. De una grabadora de un puesto de cassettes se desprendía la canción “de qué manera te olvido” y no sé por qué daba la impresión de que a algunos les quedaba a la medida por esta ocasión.
Jajaja faltó decribirte a ti con ojos de manga japones y a punto de soltar la lágrima de felicidad y esperanza democrática…
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Pues que querías, eran años en donde este país parecía marchar. Cuauhtémoc Cárdenas estaba a un paso de la Presidencia de la República, el dinosaurio priista parecía derrotado y Chivas acababa de ser campeón tras derrotar 6 a 1 a Toros Neza.
Y yo era estudiante de sociología. Después vino el vino del desengaño que aún me tiene embriagado…
Saludos
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