Otoño de 1989. Las tardes de color calabaza de halloween invadían el cielo iturbidense y yo tenía que cubrirme del frío con ese estúpido suéter azul con franjas grises en el brazo derecho, el uniforme oficial de la secundaria Porvenir. Para llegar a mi casa tenía que atravesar un baldío enorme que daba a la nueva colonia donde vivía (que tiene nombre de ilustre queretano exiliado: Nicolás Campa).
Mi principal preocupación era sobrevivir a la secundaria y que cada tarde, saliendo de clases acompañar a mi compañera güera llena de pecas que me fascinaba. Caminar solos rumbo a nuestra colonia. Y me preocupaba más evitar que su odiosa hermana se nos pegara de chaperona y estorbara.
En mi aldea iturbidense, ubicado en un rincón donde Querétaro y Guanajuato hacen esquina, vivía ajeno a lo que sucedía en el mundo. Y cuando Jacobo Zabludovsky dio la noticia, no entendí la magnitud de que un montón de ladrillos cayeran. Me interesaba más robarle un beso con la noche como cómplice y pensar qué regalarle en navidad.
El mundo cambiaba y yo era ajeno a ello, sólo me interesaba el largo pelo dorado de mi compañera. Era el fin del mundo bipolar para ser unipolar y a mí sólo me interesaba que se dejara el cabello suelto porque, a mi ojos, se veía lindísima.
Yo vivía mi primer utopía romántica y el mundo vivía el inicio del fin de la utopía de toda una generación, que terminaría en que muchos desencantados del socialismo en los noventas se metieran a trabajar en el programa Solidaridad del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari porque tuvieron que creer en el liberalismo social que el “usurpador” (así lo llamó Cuauhtémoc Cárdenas tras el fraude del 88, así como hoy AMLO llama “espurio” a Calderón) proponía.
Era 1989, año de cantar (dedicado a ella) “Born to be my baby” de Bon Jovi (aunque entonces no tenía ni idea de que decía la canción y simplemente tarareaba) o “Love Bites” de Def Leppard. Año en que los alemanes Scorpions empezaron a componer “Wind of changes” (Incluso hasta versión en español y en ruso hubo).
Era el inicio del fin del bloque socialista. Era el inicio del fin de mi etapa en la Secundaria. El disco de vinil comenzaba a extinguirse, el walkman eran lo que el ipod es hoy y los primeros discos compactos se dejaban ver en mi pueblo.
Para cuando la URSS dejó de existir, ya estaba en la Preparatoria Plan Guanajuato y mi entonces contrincante, que por azares del destino hoy es mi mejor amigo, me llamaba rojillo-socialista, sin saber que con el tiempo él acabaría siendo más radical que yo.
El muro cayó, ella se convirtió en un recuerdo inodoro de otoño.
Hoy los alemanes conmemoran su unificación.
Hoy, el desencantado soy yo, y aunque nuevamente me guste una güera, sé que tendré que empezar a tirar muchos muros abajo, como dice esta canción de Miguel Mateos (que compuso a propósito también de la caída del Muro de Berlín)…
yo estaba naciendo, yo creo que siempre vamos por la vida con temor a que nos rompan el corazon, con temor a amar, con temor a demostrar lo que en verdad sentimos, con temor a perder el confort, a no arriesgarnos a no sentir, a lastimar, con ese miedo de «no me querra, me lastimara¡?»pero pues hay que arriesgar y como dije si no se hace ps fue un placer comocerte gracias por llenar mi vida un rato y si se hace pues que padre!!! sin embargo sabemos nada es eterno y algun dia nos lastimaran o lastimaremos…solo que espero que mi tiempo con la persona que ame dure unos 80 años y que sean padres…insisto faltan mas hombres asi con desicion, valor y amor…lastima casi no hay.
Me daba miedo querer…hoy ya no
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Me da gusto Karla que todo vaya bien con tu nuevo amor y que no se pelien mucho porque como que parece más amor apache… Yo, en cambio, esperaré que el Muro caiga o tendré que brincarmelo…
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