Aunque Gustavo Cerati afirmaba en una canción que el silencio no es tiempo perdido; en política, el silencio es una oportunidad perdida.
El pacto de silencio que los gobernadores de Querétaro y Guanajuato han hecho para no hablar sobre la «desaparición» del panista Diego Fernández de Cevallos, lejos de ayudar a disminuir la incertidumbre, abona el terreno para que se generen todo tipo de incertidumbre.
A esto se le suma el silencio autoimpuesto de Televisa para no tocar el tema y el boletín de la PGR y PGJ donde dicen que sólo vía boletín de prensa notificarán los avances del caso.
La «desaparición» de Diego Fernández ha provocado que se genere una sinfonía de silencio en donde crecen los más disparatados rumores.
A esto se le suma el desatino de los panistas queretanos en donde intentan lucrar políticamente con la ausencia de Fernández de Cevallos, que lejos de contribuir a distensar el ambiente político, lo enrarecen más.
Este silencio es un error político del gobierno queretano, porque lejos de generar la sensación de un gobierno cercano, crea la sensación de un gobierno ajeno y mudo, que busca solamente su súpervivencia.
Así, Calzada, en estos momentos de incertidumbre y donde se necesita un fuerte liderazgo, da muestras de que el resto de su gobierno será un sexenio autista.
Así, en política, el silencio sí es tiempo perdido.