Simplemente… El Jefe


ImagenVíctor López Jaramillo

Parafraseando a Pep Guardiola: Bruce Springsteen es el puto amo. Claro, eso ya lo saben sus millones de fanáticos que apodan a Springsteen simplemente como The Boss, El Jefe (no confundir con Tomás Boy), y que pudieron comprobarlo en el Palacio de los Deportes en este diciembre apocalíptico.

Y el mundo no se podía acabar sin que El Jefe viniera a México a tocar por primera vez en más de tres décadas de carrera. Un show que sin tanta parafernalia ni toneladas de equipo apantallante, demostró que la esencia de un concierto de rock es la música misma.

12 mil fanáticos, 14 mil según Ocesa, la empresa organizadora del concierto, tuvieron su cita puntual con la historia con el roquero que ha sido la voz de la clase trabajadora. Sí, el mismo Bruce Springsteen que junto con su eterna E Street Band ha recorrido escenarios desde los setenta con canciones que hablan del desencanto del Sueño Americano, pero que también tiene palabras de aliento para no rendirse en tiempos difíciles.

El boleto citaba al personal a las ocho de la noche, pero hasta pasadas las nueve las luces se apagaron para que desde las bocinas, tras su famoso grito de batalla de “One, two, three, four”, dieran inicio los primeros acordes de Badlands y saliera un Springsteen jovial dispuesto a roquear En las calles (Out in the streets) con su Corazón hambriento (Hungry heart).

El sobrenombre del Jefe le viene desde su época en que estaba en la banda Earth, cuando tocaban en clubes de Nueva Jersey y él era el encargado de gestionar las tocadas y cobrar a los promotores gandallas que luego no querían pagar.

Y en verdad es El Jefe, porque en Hungry heart, contra lo esperado, se avienta al público, que emocionado lo lleva hasta el otro extremo del escenario, en donde se acerca a sus fanáticos de la segunda y tercera sección.

Y no sólo se deja apapachar por su público sino que en un español muy bien practicado se dirige a la audiencia, que celebra que Springsteen sea de los pocos artistas que intente hablar en español más allá de lugares comunes como “Hola México”.

Por ejemplo, el año pasado, en su concierto en el Azteca U2 siempre habló en inglés y en su enorme escenario aparecía en una pantalla el diálogo subtitulado con garrafales faltas de ortografía. Pero El Jefe no está para esos jueguitos y leyendo siempre su “acordeón” hace el esfuerzo por explicar algunas de sus canciones.


Un Jefe complaciente

Tras el demoledor inicio con tres rolas clásicas, Springsteen balancea el concierto e interpreta tres rolas nuevas, en donde habla de la crisis que vive Estados Unidos tras el estallido de la burbuja hipotecaria. Canciones que mandan un mensaje de esperanza, que no todo está perdido. Claro, un verdadero jefe no sólo sabe dirigir, sino también impulsar a los suyos en momentos difíciles.

We take care of our own, Wrecking ball y Death to my hometown son las rolas que interpreta para luego continuar con My city of ruins y Spirit in the night.

A medio concierto, El Jefe hace una pausa y se dirige al público que está en la zona dorada (es decir, en primera fila y que tuvieron ese privilegio por llegar con mucha anticipación y ser seleccionados) para tomar sus letreros y ver qué canciones le pide la banda roquera.

Se arranca con The river, para luego seguir con un Because the night (compuesta originalmente por Bruce pero que hiciera famosa Patti Smith). Le seguirían, entre otras canciones, Darlington County y The rising.

La parte final del concierto fue sumamente emotiva, en donde como auténtico mago, El Jefe sacó de su chistera sus canciones memorables para extasiar a sus fanáticos mexicanos.

Sonaron los primeros redobles de Born in the USA y la fanaticada rugió. Y aunque la canción empezó siendo coreada fuertemente, en el estribillo principal, ése que grita a todo pulmón, Born in the USA, muchos guardan silencio.

Cabe hacer una pausa: Born in the USA (Nacido en EUA), es una de las canciones más mal interpretadas de la historia. Lejos de ser un himno pro-yanqui, es una crítica al imperio americano que envía a morir a sus jóvenes en guerras imperialistas estúpidas. Bueno, tan mal interpretada que hasta Ronald Reagan la quiso usar como jingle en su campaña de reelección de 1984, pero El Jefe no se lo permitió porque el republicano representa totalmente lo opuesto del espíritu de la canción y del disco homónimo.

Tras su emblemática canción, sigue otro himno: Born to run. Por si fuera poco, luego Glory days. Y por si alguien no se ha quedado afónico de tanto cantar y gritar, saca su último as: Dancing in the dark, en la cual, al igual que en el video, sube a una chavita del público a bailar con él.

Finalmente, el espíritu navideño invade a Bruce (El Jefe también tiene su corazoncito) y toca Santa Claus is coming to town y cierra con Tenth avenue freeze-out.

Casi tres horas de concierto lideradas por un auténtico Jefe. Sin duda, si un día el mundo parece que va a golearme, sólo pido que Springsteen sea mi director técnico para resistir y contragolpear.

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