A cada quien su Gabo


Gabo, periodista
Gabriel García Márquez con los periodistas José Salgar y Javier Darío Restrepo, Cartagena, 2006

Víctor López Jaramillo

Se usaron diez mil flores amarillas como remedio contra la muerte y mariposas de papel fueron arrojadas al viento. Las flores muertas y las mariposas inertes simplemente adornaron el sendero que Gabriel García Márquez habría de recorrer.

De su paso por el mundo sólo quedan cenizas y letras. Letras que formaron novelas, cuentos, reportajes, entrevistas, discursos etc. Letras que se ganaron el pasaporte a la eternidad y que seguirán retumbando.

Cada quien se quedará con el Gabriel Márquez que prefiera. Unos, optaran por el de Cien Años de Soledad, otros, por el de los cuentos precisos, otros más por el reportero. Otros, con el político. Otros, de plano lo odiarán por el simple hecho de ser García Márquez. A cada quien su Gabo.

Por mi parte, el texto que más recuerdo es uno leído durante mi formación como periodista. Incluido en el Manual de Vicente Leñero, García Márquez advierte a los aspirantes a periodistas como la entrevista se agotaba como género periodístico por la falta de rigurosidad y pereza mental de los reporteros.

“¿Otra entrevista? No, gracias”, se titula y advierte que ni toda la tecnología podrá sustituir al talento periodístico. Los dispositivos tecnológicos graban la voz pero no registran los latidos del corazón, advierte el Nobel. El regaño por la falta de ingenio para formular preguntas, el tedio de la rutina del reportero contagia al lector. Las trampas en que caemos de pretender hacer la más grande pregunta de todas y obtener la misma respuesta de siempre.

En su discurso inaugural de la Fundación para el Nuevo Periodismo en 1995, el Nobel de Literatura se lamentaba que en las redacciones periodísticas fuera más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores.

Así como hay una imaginación sociológica, debemos tener una imaginación periodística, porque lo único constante en el periodismo es el cambio. El éxito de un día, se vuelve hoja amarillenta al día siguiente, un link perdido en un mar de enlaces digitales. Y hay que seguir escribiendo.

Lo confieso, a mí no me hubiera gustado estar en una tertulia literaria con García Márquez, hubiera preferido estar redacción periodística con él y discutir la edición del día. El periodista que cree que sabe todo es un periodista obsoleto. Un verdadero periodista nunca deja de aprender.

Una de las lecciones que deja Gabriel García Márquez es que un periodista no es sólo un obrero de la información, que no sólo maquila palabras y números sino que un reportaje puede alcanzar el estatus de creación literaria por la filigrana de la escritura, que la crónica tiene el estatus de literatura.

Gabo, como le decían de cariño sus amigos y lectores, nos confirmó que el artículo no es un discurso aburrido hecho para llenar las páginas editoriales de los diarios, sino que puede alcanzar un estatus más alto, recordemos que eso significa la palabra artículo en su origen etimológico: una pequeña obra de  arte, efímera, como todo lo que pasa por esta tierra.

La verdad no sé si como él dice el periodismo sea el mejor oficio del mundo, no he ejercido otro; sin embargo, lo que sí sé es que, parafraseando a los Rolling Stones, es simplemente periodismo, pero me gusta.

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