Víctor López Jaramillo
Se cumple un mes de la desaparición de los estudiantes normalista de Ayotzinapa en Guerrero. Un mes que ha venido a desnudar la frágil condición social y política por la que atraviesa el país.
Más fosas clandestinas se han encontrado, cuerpos sin nombre, políticos en fuga y el gobernador de Guerrero ha renunciado. Los partidos políticos han quedado evidenciados. PRI, PAN, PRD son parte de la madeja institucional que tiene a este país indignado.
Ayotzinapa. A raíz de ese lamentable hecho, el país ya no es el mismo. Nos hemos mirado en el espejo humeante de Tezcatlipoca y hemos visto el rostro del horror de la violencia del Estado, de la descomposición política y la desesperanza.
El rostro desollado del estudiante asesinado en Guerrero es una metáfora del horror en que nos hemos sumergido como nación.
El sueño democrático de México, terminó produciendo violencia. Con la precisión que da la poesía, Javier Sicilia describe lo que sucede: El PRI creyó que podría “administrar el infierno, pero no sabía de su dimensión”
Así es y no hay esperanza, sentenció otro poeta, el norteamericano Allen Ginsberg, para retratar la condición apabullante de una época.
El 10 de marzo de 1973, escribió el autor del famoso poema Aullido:
“No hay esperanza para los dos millones de muertos en
Indochina, el medio millón de Comunistas asesinados
en Indonesia? La Masacre de Inocentes en la Ciudad
de México, las Masacres de Wounded Knee My-Lai
Lidice Ática, 15 millones que nunca volvieron de
Siberia.”
Hay tiempos oscuros en la vida de un país donde la desesperanza se anida en los rincones más oscuros y aniquila cualquier mirada en el porvenir.
Son días de incertidumbre y la gran pregunta que circula estos días es “¿y que sigue?”, “¿Qué debemos hacer?”, “¿Cómo vencer la desesperanza?”.
La primer reacción ante la injusticia es protestar. Una respuesta inmediata ha sido la protesta. Salir a las calles. En el Zócalo de la ciudad de México, los ciudadanos ya señalaron quien fue el responsable de la desaparición de los 43 normalistas y miles de desaparecidos y muertos en el México del siglo XXI: Fue el Estado.
Los queretanos no han sido la excepción y los estudiantes de la Universidad Autónoma de Querétaro han estrado a la altura del momento histórico enarbolando la bandera de la protesta. Mientras la Universidad estaba en la fase final de su proceso electoral para designar rector, los estudiantes se organizaban para levantar la voz y hacer sentir a sus pares de Guerrero que no estaban solos.
Las protestas han seguido. Y al parecer se mantendrán mientras en el Centro de convenciones de Querétaro se celebra la Cumbre de Negocios, en las calles, el ruido de la protesta por la violencia del Estado sigue.
¿Hasta dónde llegará este movimiento nacional? Por el momento, es imposible predecirlo, pero que la muerte de los normalistas no nos haya sido indiferente, es un signo de que las cosas pueden cambiar. Sigue el momento definitivo, plantear opciones ante el anquilosamiento de los partidos, ante lo caduco de las formas políticas de los gobernantes. ¿Así es y no hay esperanza?