Víctor López Jaramillo
La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido, escribió Milan Kundera en el Libro de la risa y el olvido.
Poder y olvido. El poder le apuesta al polvo del olvido para que nada cambie, para que todo se mantenga estático y pueda seguir inamovible. El ciudadano tiene en la memoria su mejor arma. El periodista es quien debe ejercer el papel de mantener la llama de la memoria. Por ello, recordemos:
La madrugada del 27 de noviembre de 2004, un grupo de amigos disfrutaban del fin de semana. Sin embargo, la fiesta no tendría un final feliz. Una bala 9 mm, de uso exclusivo del Ejército, le arrancaría la vida a uno de ellos. Marco Antonio Hernández Galván, entonces de 17 años moriría por un tiro a quemarropa. A diez años de asesinato, la justicia queretana no ha dado con el asesino ni ha presentado avances en la investigación.
Todo empezó con un incidente de tránsito frente a la Alameda. Los vehículos involucrados son un Tsuru 1991 y una BMW X5. Los ocupantes de los autos continúan el pique por la calle Pasteur, hasta que se enfrentan verbalmente, cara a cara. El conductor de la BMW pasa de las palabras a los hechos. Golpea a Miguel Gerardo Rivera con la cacha de un arma. En el afán de defender a su amigo, Marco Antonio se interpone entre ellos. El estruendo de un disparo rasga la madrugada. Marco Antonio muere una hora después en un hospital de la ciudad.
Son 10 años ya y no se ha capturado al responsable. En las investigaciones, la Procuraduría de Querétaro ya exoneró al principal sospechoso, un próspero empresario local. En 2005 se realizó una conferencia de prensa, en la que el gobierno estatal, entonces a cargo de Francisco Garrido Patrón, del PAN, dijo quién no había sido, pero nunca reveló al culpable.
A una década del asesinato, mucha tinta ha corrido. Mucho se ha discutido, demandas han sido interpuestas, pero nada se ha aclarado. Diez años de un crimen sin resolver sólo nos hablan de una cosa: impunidad.
La impunidad es el primer eslabón en la cadena en la decadencia de una sociedad. Un crimen irresuelto es una herida latente en la sociedad. La impunidad es el óxido que cubre a las instituciones.
¿Por qué recordar el caso BMW? Porque este caso es paradigmático del contubernio entre poder político y económico. No hay culpables, sólo víctimas. La muerte de Marco Antonio Hernández Galván, conocido entre sus amigos como el “Kikín”, por su afición por el equipo Pumas y su parecido con el jugador Francisco Fonseca, entonces en su etapa dorada, es una herida abierta que nos muestra que la justicia no llega para todos.
Justicia no es venganza. Para los antiguos romanos, la justicia era la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho, de acuerdo con Domicio Ulpiano. En el caso BMW, no se ha hecho justicia, lo cual produce una justa indignación.
El periodismo debe servir como arma de la memoria contra el olvido.