Hay nombres que se quedan en la memoria de la ciudad como homenaje a esos personajes que ofrendaron su vida o su arte en aras de su comunidad, unos se quedan grabados en estatuas, otros en denominaciones de calles y otros se vuelven Cineteatros, como el caso del Rosalío Solano, antes llamado Teatro Alameda.
Quizá para los que vayan a las múltiples funciones de cine de arte gratuitas que se proyectan en su sala, el nombre no les diga mucho, quizá hasta algunos piensen que es el nombre de algún político, recordando esa manía que tenían —o tienen aún— los gobernantes que en la cúspide de poder bautizan todo con su nombre.
Nada más lejano de esa megalomanía política, al contrario, en una especie de justicia poética, el antaño conocido como Teatro Alameda lleva desde el año 2000 el nombre de una de las principales guras del cine mexicano y que es orgullosamente queretano. Esto además del museo en su honor en su natal Bernal.
Rosalío Solano Quintanar nació el 30 de agosto, como ya dijimos, en Bernal, Querétaro y falleció el 20 de agosto en su residencia de Cuernavaca, dejando tras de sí más de cien películas en donde participó como encargado de la fotografía.
En su mágico Bernal de inicios del siglo XX, donde para iluminarse es necesario las velas y el contraste entre luz y sombras, se va forjando en el futuro fotógrafo esa sensibilidad para captar la mejor toma con la luz indicada.
A decir de su hija Sofía Solano, a quien este reportero entrevistó recientemente, tras no tener fortuna en la ciudad de Querétaro, Rosalío Solano parte muy joven a la ciudad de México sin más conocimiento que la ebanistería, ocio que desempeña en la ciudad de México.
En un giro del destino, tiene que hacer unos trabajos para la naciente industria cinematográfica y tras ver cómo funciona esa fábrica de los sueños que es el cine, decide que el cine es su destino.
Observador perspicaz, aprende cómo se maneja la cámara fotográfica y recibe su primera oportunidad para hacer la fotografía cinematográfica de diversos proyectos.
Entre las películas en las que participó destacan la de “Ahí está el detalle” del afamado Cantinas, “Escuela de vagabundos”, con Pedro Infante, “La bandida” con María Félix, “Longitud de Guerra” con Pedro Armendáriz jr. y hasta aquí la lista de películas que nombramos, porque su extensa filmografía abarca más de cien largometrajes.
Ganador de múltiples premios como la Diosa de Plata y el Ariel, Rosalío Solano Quintanar es un queretano que ha dejado huella. El cineteatro que lleva su nombre es un excelente homenaje, pero algo deberían hacer las autoridades culturales para preservar su legado cinematográfico.
Una de las iniciativas que tiene su hija Sofía Solano, quien preserva la memoria de su padre, es que el cineteatro que lleva su nombre realice un festival con películas en las que el propio Rosalío Solano haya sido director de fotografía.
El mes indicado es, precisamente, agosto, mes en que conmemora su natalicio y su muerte. Ojalá que esta iniciativa no llegue a oídos sordos de las autoridades, sino que se le dé un impulso para que las nuevas generaciones conozcan la obra cinematográfica de Rosalío Solano.