Metallica, Napster y la revolución digital


Metallica originalmente iba a ser el nombre de una revista dedicada, como su nombre lo indica, a la escena metalera de California, en concreto de San Francisco-Los Ángeles.

Era inicio de los años 80 y una nueva corriente de seguidores de Heavy Metal querían seguir innovando. Entre ellos estaba un joven tenista danés llamado Lars Ulrich, que acababa de mudarse a los Estados Unidos con su familia. Su amor por el tenis lo dividía a la par con los estruendos guitarreos y aporreos de batería del metal.

Ulrich conoció a James Heteld, un obrero californiano fanático del metal y decidieron formar una banda.

Grinder, Blister fueron los nombres que se barajaron para la banda en formación. Se unió el guitarrista Dave Mustaine, que sería expulsado justo antes de grabar su primer disco y reemplazado por Kirk Hammett. La alineación la completaría el bajista Cliff Burton. Tomaron prestado el nombre que un amigo había pensado para la revista y lo tomaron para la nueva banda. Metallica había nacido.

Uno de los aspectos por los que Metallica va a pasar a la historia es por su oposición al modelo de compartimiento de música gratuita en formato mp3 llamado Napster.

Procedo a explicar. A través de un código se logró comprimir los archivos musicales de un disco compacto a la décima parte de su tamaño. En 1999, unos jóvenes universitarios crearon un software para compartir de computadora a computadora todos los archivos mp3 que fueran posibles. El programa se llamaba Napster. Millones de canciones se empezaron a compartir y las compañías discográficas argumentaron que perdían millones de dólares.

En el 2000, Metallica descubrió que una canción que habían grabado para la película Misión Imposible se podría descargar de Napster antes de que ellos hubieran lanzado la versión oficial. A eso se le sumó que todo su catálogo estaba disponible para descarga de forma gratuita. Impulsados por Ulrich, Metallica demandó a Napster y comenzó una discusión que aún sigue sobre los derechos de propiedad intelectual y el compartimiento de archivos digitales.

A Metallica se le sumó el rapero Dr. Dre y otros más. Pese a ganar la discusión sobre los derechos de propiedad intelectual Metallica se volvió impopular, por lo que desistieron de seguir adelante con la demanda.

Pero este hecho abrió un camino en una discusión que se venía venir, no solo para la industria musical, sino para la industria editorial y periodística: ¿Cómo enfrentar los desafíos de la nueva era digital?

Metallica perdió ante Napster, que aunque cerró, se reprodujo en otros sitios, pero este debate legal abrió la opción para buscar otras respuestas a la distribución de música. Ya hay tiendas digitales como iTunes o de streaming como Spotify. Una opción impensable hace 17 años, cuando la industria comenzó a cambiar gracias a internet.

Hoy, también en el mundo periodístico nos enfrentamos a desafíos similares, el encontrar un modelo de distribución noticiosa que genere ganancias para seguir haciendo periodismo. Aunque lo parezca, nada en internet es gratis. Ni las canciones ni la redacción de noticias. El ejemplo de la industria musical nos puede dar pautas para ver qué hacer y qué no.

En tanto, ahora que Metallica vino a México, ya se olvidó de esos viejos dilemas y a todos los que compraron un boleto para sus conciertos en el Foro Sol, les regaló una copia en físico o digital de su nuevo disco. Y a quien quiera volver a escuchar el concierto, puede comprarlo en mp3 en su tienda por el precio de 9.99 dólares. La revolución digital los alcanzó.

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