De las balas al desayuno burgués


Hace 131 años, el primero de mayo en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, miles de trabajadores protestaban en las calles, exigían mejores condiciones laborales y muchos lo pagaron con su vida cuando el gobierno hizo fuego a discreción; se les recuerda como los Mártires de Chicago y en su honor se conmemora el Día del Trabajo; por ello, para recordarlo a su modo, los líderes obreros queretanos desayunaron fruta y enchiladas rellenas de pollo con el gobernador.

De la lucha de Chicago al desayuno en Querétaro no sólo nos separan tiempo y distancia, nos separa un enorme trecho de diferenciación ideológica y entendimiento del papel de los obreros en las grandes transformaciones mundiales y locales.

En México, el primer desfile obrero se realizó en 1913, en plena lucha revolucionaria contra Huerta. La situación y las demandas obreras no pasaron desapercibidas para los caudillos y de inmediato incorporaron sus demandas y se vieron reflejadas en la Constitución de 1917.

Las masas obreras se habían incorporado a la vida política del país y antes del nacimiento de la presidencia imperial (término krauzeano) significaron un contrapeso importante. Pero con la corporativización del régimen pasaron a ser un pilar de éste y tuvieron en Fidel Velázquez su tótem que mantuvo el control de la central obrera en México, modelo que se replicó en cada estado del país.

Así, bajo el régimen priísta clásico, el movimiento obrero no era tal; por el contrario, era un dique de contención contra las verdaderas demandas obreras y cuando estas surgían, el régimen no dudaba en usar la mano dura, como contra el movimiento ferrocarrilero de 1958- 59.

Las tradiciones de la vieja ortodoxia priísta señalaban que las centrales obreras del régimen marcharan el primero de mayo, hicieran pequeñas exigencias, el ejecutivo escuchara y al final todo terminara en un “¡gracias señor Presidente!”.

Cuando el PRI perdió la presidencia de la República en el 2000, y algunos años antes algunas gubernaturas como la de Querétaro, se perdió una gran oportunidad de replantear el sistema y, con ello, muchas de sus rancias tradiciones como el desfile obrero y esperar a que este recobrara su verdadero significado: la genuina expresión de la clase obrera.

Sin embargo, el panismo en el poder gobernó como si fuera el PRI. Sin embargo, ante el priísmo tardío de Peña Nieto, muchas cosas empiezan a replantearse y a nivel gobierno del estado de Querétaro no han sabido dar la lectura política adecuada, quieren seguir jugando con las viejas reglas priístas en vez de buscar un nuevo pacto. De ahí el fracaso de los gobiernos de Domínguez, estatal, y de Aguilar, municipal.

Prueba de lo caduco que eran los desfiles corporativistas del primero de mayo fue la protesta del año pasado en donde camisetas y gorras le aventaron al estrado al gobernador Domínguez y ni éste ni sus asesores supieron qué hacer más que huir.

Huyeron y siguen huyendo. Por eso, para el evento corporativista de este año, se fueron a desayunar tranquilamente, resguardados por policías. Nada más lejano del verdadero espíritu de lucha obrera de aquel 1 de mayo en Chicago.

Sin embargo, en política los espacios vacíos no existen. Y el vacío político que dejó el gobernador y los líderes obreros corporativistas que fueron a desayunar enchiladas, fue llenado por verdaderas protestas de organizaciones sociales que tomaron las calles del Centro Histórico. A final de cuentas, las calles volvieron a escuchar las voces de la inconformidad, como aquellas que sonaron hace 131 años.

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