Buen fin revolucionario


Estaba un día don Panchito Madero tratando de contactarse con los espíritus de la democracia perdida y entablar conversación hasta el más allá con don Benito Juárez para que le diera algunos consejos, pero no recibía mensaje alguno.

Ha de ser tu módem espiritista que ya está obsoleto. Ése es de la época de cuando Santa Anna andaba buscando como loco su pierna perdida”, le contestó su esposa Sarita.

Francisco meditó profundamente, buscó su módem y comprobó que ya era víctima de la obsolescencia tecnológica. Suspiró y se preguntó cómo le haría para comunicarse con sus guías espirituales para revolucionar este país, alcanzar la democracia y jubilar a don Porfirio del poder.

Con los ahorros que tenemos, un buen fin de semana podemos ir a la Ciudad de México y ver qué novedades tecnológicas han llegado de París y te compras uno nuevo”, le dijo Sarita.

Eso es, este país necesita un Buen Fin, algo que los motive a comprar las maravillas tecnológicas que nos llegan del extranjero, que mueva la economía y nos revolucione. Y si a los peones no les alcanza para pagar, que se les den en pagos”, dijo don Francisco y enseguida se puso a escribir su libro el Buen Fin presidencial de 1910.

No es que te lleve la contraria, eso de que los peones se endeuden, ya pasa en las haciendas con las tiendas de raya. Si quedan a deber para malcomer, ¿cómo crees que van a comprar esas cosas como el teléfono o el gramófono? Eso sería injusto”, le dijo Gustavo a su hermano Panchito.

Tú siempre has sido muy pesimista, pero ya hay quien me apoya, por ejemplo, aquí en Coahuila, Venustiano Carranza simpatiza con la idea. Dice que así podrá comprarse unos lentes nuevos y comprarse bálsamos para su barba y lucir mejor que los hípsters de la colonia Roma, recién inaugurada por don Porfirio”, replicó Francisco.

Mientras tanto, en la Ciudad de México, el presidente Díaz desconfiaba de la propuesta maderista. Coincidía con el planteamiento de Gustavo Madero pero por razones totalmente distintas: “Los peones ya están endeudados de por vida en las tiendas de raya. Dejarles deudas de sólo 12 o 18 meses quebraría la economía hacendaria y le daría apoyo al tal Emiliano Zapata que anda proclamando que la tierra es de quien la trabaja”, pensaba.

Así, el presidente Díaz mandó encarcelar a Francisco Madero por subversivo. Sin embargo, Panchito escapó y proclamó el Plan de San Luis donde llamaba a las masas a que el domingo 20 de noviembre de 1910, salieran a las tiendas a comprar bajo el lema “Compra Efectiva, No Devolución”.

Y así fue, se abarrotaron las tiendas y ante tal fiebre de consumo, Don Porfirio Díaz se vio obligado a renunciar y partió rumbo a París.

Sin embargo, a Madero se le salió de control el país porque gente como Emiliano Zapata tampoco estaba de acuerdo en que los campesinos se endeudaran por cachivaches tecnológicos en casas sin luz eléctrica. Lo primordial, decía, era que las haciendas volvieran a sus viejos dueños: Tierra y Libertad.

Pero el peor enemigo de Madero fue Victoriano Huerta, quien dio golpe de Estado y pretendió terminar con esta idea revolucionaria.

Pero gente como Villa y Obregón continuaron la lucha, y por eso tenemos un Buen Fin de ofertas.

¿O no era así la historia del inicio de la Revolución? Disculpe usted lector pero es que ante tanta publicidad del Buen Fin, mi mente se ha ofuscado.

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