Fin de ciclo en la UAQ


Este 15 de enero, en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), las puertas del inicio y el final se abrieron y cerraron, que en la mitología romana eran representadas por el dios Jano —a quien se consagró precisamente el mes inicial del año—. Se cerró la puerta de la gestión de Gilberto Herrera Ruiz y se abrió la puerta de la de Teresa García Gasca.

Así, como en la representación romana mitológica, la UAQ miró a su pasado y vislumbró el futuro. La mirada hacia atrás nos mostró al rector Gilberto Herrera rindiendo su último informe de actividades en la explanada de rectoría.

Allí, a un costado del auditorio que lleva el nombre del fundador de la UAQ contemporánea, Fernando Díaz Ramírez, Herrera Ruiz hizo un resumen de su gestión y mantuvo su discurso que dio a conocer desde hace seis años: que los universitarios transformen la Universidad, y que ésta transforme al país.

Destacó el impulso a los estudiantes a través de las becas, el desarrollo de tecnología propia, la creación de TvUAQ, el respeto a la libertad de expresión, la defensa de la universidad pública y la lucha por un presupuesto digno y suficiente para cubrir las necesidades que tiene nuestra Alma máter.

Y, como suele suceder en los finales de ciclo, no faltó el momento emotivo en su discurso que provocó que a más de uno de sus colaboradores se le asomara una lágrima. Y la puerta de Jano se cerró cuando la estudiantina le cantó El Bachiller y luego con mariachi le cantaran El Rey de José Alfredo Jiménez.

De inmediato, empezaron los juicios a su administración y, al igual que durante todo su mandato, las opiniones se polarizaron. Desde sus detractores que no dudaron en armar en redes sociales que su gestión había causado un enorme daño a la Universidad y, por otra parte, quienes lo defienden y lo ponen como uno de los mejores rectores que ha tenido la UAQ.

Sin embargo, considero que aún es temprano para emitir juicios históricos sobre su gestión. En alguna parte leí —me parece que en José Agustín— que, al intentar hablar históricamente sobre los hechos recientes, se corre el mismo riesgo que el caminar sobre hielo quebradizo. Apegándonos a los hechos, que muestran que el hoy exrector tiene un alto índice de aprobación en la UAQ y que, si bien tiene detractores, sus votos en las urnas en octubre pasado quedaron muy por debajo de lo que incluso ellos mismos esperaban.

Destacó su defensa irrestricta de la educación superior pública y cómo en momentos claves se enfrentó, como lo han hecho otros rectores anteriormente, al gobierno estatal, incluso rindiendo un informe de actividades en el corazón político de Querétaro, en la Plaza de Armas, cerquita de la oficina del gobernador Francisco Domínguez.

En su despedida, Herrera Ruiz dijo que regresa a la academia, a dar clases, a la investigación científica con sentido social, tal como Cincinato, el romano, que, tras cumplir su encargo político, regresaba a cultivar su jardín. Sin embargo, los fantasmas electorales lo rondan, aunque él dice que sería el último lugar.

Ya la historia decidirá qué lugar le corresponde en el devenir de la UAQ, sin embargo, parafraseando una canción de la banda argentina Serú Girán: “Mientras mira las nuevas olas, Herrera ya es parte del mar”.

P. D. En la siguiente entrega analizaremos los retos que tiene la nueva rectora Teresa García Gasca.

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