Víctor López Jaramillo
Dentro del imaginario popular, es muy conocida la metáfora de que las emociones residen en el corazón y las ideas en el cerebro. Pese a que la ciencia se ha encargado de demostrarnos que en realidad todo nuestro pensar y sentir está en nuestro cerebro, la imagen sigue presente y sirve para explicarnos muchas cosas, como lo haremos a continuación ante la dicotomía que vive actualmente el PAN.
A diferencia del PRI, que es un bloque sólido que obedece a su tlatoani, o al PRD que eran una convergencia de grupos mediados por un líder carismático, el PAN siempre ha tenido que enfrentarse a dos visiones internas.
Desde su nacimiento, la postura de Manuel Gómez Morín se vio enfrentada a la de Efraín González Luna. Gómez Morín, de talante más liberal, González Luna, anclado en el catolicismo. La pugna entre esas dos posturas fue la que definió los actos de Acción Nacional durante la primera etapa de su existencia.
Situación similar se ha enfrentado Acción Nacional en el estado al divergir sus dos corrientes internas. Por una parte, los llamados tradicionalistas, de fuerte raigambre católica, contra los “neos”, los recién afiliados al PAN durante esa ola de incorporaciones a finales de los años 80.
Sus pactos en sus triunfos y sus separaciones en sus derrotas han marcado el destino del partido blanquiazul, el cual, pronto tendrá que tomar una nueva decisión interna sobre los caminos a seguir en el 2015.
Hasta hace un año, nadie ponía en duda el liderazgo de Francisco Domínguez Servién. Incluso, hasta algunos de sus allegados ya daban por hecho que sería el próximo gobernador. Se olvidaban que hay un pequeño tramite que se llaman elecciones internas y luego las elecciones constitucionales.
Como hemos mencionado en artículos anteriores, la política es un castillo de naipes que con el más ligero soplo se cae. La estrella de Domínguez no ha brillado con tanta intensidad desde que en su cargo como senador se ha visto rebasado por las circunstancias políticas de su fracción partidista.
En cambio, Ricardo Anaya ha visto su estrella brillar y brillar en medio del cielo oscuro dominguista. En la cancha de enfrente, en San Lázaro, Anaya ha tejido finalmente los hilos del poder hasta llegar a ser presidente de la Mesa directiva de la Cámara de Diputados.
Domínguez es el carisma, el aplauso, en pocas palabras, el corazón de Acción Nacional para el 2015. Anaya es el cálculo, la negociación fina, la oratoria, es decir el cerebro.
Cerebro y corazón. Corazón y cerebro. ¿El Partido Acción Nacional en Querétaro se verá quebrantado por esta divergencia? Militantes de facciones contrarias, en los actos que realicen los próximos meses Anaya y Domínguez, se definirá el camino del PAN en el 2015.
Mientras Domínguez va invicto en sus campañas electorales, Anaya tiene números negativos como coordinador y sus cargos populares los ha obtenido por la vía indirecta, es decir, por la plurinominal, nunca por el voto directo.
Diametralmente opuestos, mientras Anaya conoce los laberintos del poder y sabe actuar ante las circunstancias más acres, Domínguez antes que el diálogo privilegia las patadas voladoras, como esa que como diputado federal dio en plena crisis electoral del 2006 y le hizo ganar el favor del presidente Calderón, quien lo encaminó a la presidencia de Querétaro.
Emociones contra ideas. Depende de la postura que tomen, el 2015 pudiera ser azul o mantenerse rojo en esta democracia queretana a dos bandas. ¿Se impondrá el diálogo y los acuerdos racionales o veremos un enfrentamiento emocional que deprima a Acción Nacional? Pronto lo sabremos.
En tanto, en la casa de enfrente, el PRI reconstruye sus piezas del castillo de naipes que recientemente se les cayó. Y mientras, observan cómo se comporta Acción Nacional y replantean su camino, pero de ello hablaremos en otra ocasión.