Víctor López Jaramillo
“Todo periodista tiene el deber de la reflexión y de la escrupulosidad. En una palabra, no olvidemos el esfuerzo de crítica que nos parece necesario en este momento”, escribió Albert Camus en 1944, cuando Francia estaba ocupada por los nazis en plena Segunda Guerra Mundial.
Este 7 de noviembre se cumplen cien años del natalicio de Albert Camus, escritor y filósofo francés de origen argelino, galardonado con el Nobel en 1957 cuando tenía 44 años. Murió en un accidente automovilístico en enero de 1960.
Mucha tinta se ha usado para recordar a Albert Camus como un escritor y filósofo. Padre de la filosofía del absurdo que se vio reflejada en su obra capital El Extranjero. Destacan también sus novelas La Peste y La Caída, además de sus obras de teatro Calígula y Los Justos.
Sin embargo, hay un aspecto fundamental en la trayectoria de Camus que ha estado en segundo plano pero que fue vital en su formación intelectual: su labor como periodista.
Hijo de colonos franceses pobres en Argelia, con una infancia llena de penurias, apoyado por su maestro Louis Germain, Albert Camus logró salir del laberinto de la pobreza y encontró un horizonte en las letras.
Amante del teatro y el futbol, en la Argelia francesa formó parte de la plantilla periodística de varias publicaciones. En 1938, fue cronista en el Alger Républicain. Cuando dicho diario fue obligado a cerrar, se unió como jefe de redacción del Soir Républicain. Clausurado el periódico en 1940, Camus emigró a París.
En la Ciudad Luz, Albert Camus se integró a la Resistencia Francesa en 1942. En octubre del siguiente año, formó parte de la redacción de Combat. Es en los editoriales de esta publicación donde analizó el papel del periodista en momentos tan difíciles como la Segunda Guerra Mundial y la Francia ocupada por los nazis.
Y pese a que ahora lo digital parece imponerse sobre el papel, los fundamentos periodísticos planteados por Camus siguen vigentes.
Sus principales tesis son que la prensa no puede prescindir de un comentario crítico y que el amor por la verdad no impide tomar partido.
El 31 de agosto de 1944, escribió en Combat: “Pensábamos entonces que un país vale por lo general lo que vale su prensa. Y si es verdad que los periódicos son la voz de una nación, estábamos decididos, desde nuestro puesto y por nuestra modesta parte, a levantar este país elevando su lenguaje. Por este motivo, y con razón o sin ella, muchos de los nuestros han muerto en condiciones inimaginables, y otros sufren la soledad y la amenaza de la prisión.
“La tarea de cada uno de nosotros es pensar bien lo que nos proponemos decir, moldear un poco el espíritu de nuestro periódico, escribir cuidadosamente, y no perder jamás de vista esta inmensa necesidad que tenemos de volver a dar a un país su voz más íntima. Si logramos que esa voz sea la de la energía y no la del odio, la de la altiva objetividad y no la de la retórica; la de la humanidad y no la de la mediocridad, se salvarán muchas cosas y nosotros no nos sentiremos defraudados”.
Sobre la tarea de los articulistas y editorialistas, Camus afirmó que es deber del periodista ayudar a la comprensión de noticias mediante un conjunto de observaciones.
“Frente a las fuerzas desordenadas de la historia, cuyo reflejo son las informaciones, puede ser positivo escribir cada día las reflexiones de una persona o las observaciones comunes de varias personas. Pero esto no puede hacerse desaprensivamente, sin distancia y sin cierta idea de la relatividad. Desde luego, el amor por la verdad no impide tomar partido”, escribió en Combat el 8 de septiembre de 1944.
Para cerrar las reflexiones de Camus, el periodista, recordemos esta frase acuñada en 1944 pero que en esta época de redes sociales digitales en donde circulan muchas noticias falsas, es más vigente que nunca: “Se quiere informar rápido en lugar de informar bien. La verdad no se beneficia con ello”.