Víctor López Jaramillo
¿Nuestra clase gobernante queretana sólo disfruta correr maratones o también tiene el gusto por la lectura? A juzgar por lo que suben a sus espacios personales en redes sociales -y que usan soterradamente como promoción política-, su fascinación por devorar kilómetros es evidente.
A sus actividades intelectuales pocas veces le dan una promoción evidente. ¿Es esto malo? Un viejo zorro de la política diría que “el político culto no inspira la confianza de la gente común y corriente”. Por ello, quizá, nuestros políticos prefieren ser vistos como aspirantes a atletas que hacer un sesudo análisis sobre cuestiones literarias.
¿Y de quién es la frase que acabo de citar? Ese viejo sabio de la política es Carlos Fuentes, quien en voz de sus personajes en La Silla del Águila cita refranes que definen nuestra idiosincrasia política.
Este 11 de noviembre, se conmemora es el natalicio de Carlos Fuentes, quien en su vasta obra develó la vida del México del siglo XX.
Destacan sus novelas La Región Más Transparente, en donde el personaje principal es la ciudad de México- y La Muerte de Artemio Cruz, en donde hace la necropsia de la Revolución Mexicana.
Una de sus últimas novelas es la Silla del Águila, donde a través de la ficción literaria recorre la política mexicana del nuevo milenio. Curioso observador, en esa obra talla frases lapidarias sobre la política, muchas de las cuales la clase política queretana pudiera aprender algo, quizá escucharlas en su iPod en formato de audiolibro mientras corren maratones en Nueva York.
Carlos Fuentes recomendaría que uno de los mejores momentos para hacer los cambios trascendentes de la administración es al inicio de ésta; no esperar, como en el caso del fallido sistema de transporte metropolitano RedQ. ¿Por qué? Pues porque, como dice su personaje Xavier Zaragoza “Séneca”, asesor del ficticio presidente de México Lorenzo Terán: “Aproveche el periodo de gracia al asumir la Presidencia. Las lunas de miel son muy cortas. Los bonos democráticos se devalúan de la noche a la mañana”.
El mismo personaje, en una serie de misivas al presidente, da una serie de consejos y advertencias sobre la carga de ser gobernante en este país. Dice: “El primer requisito para ejercer el poder, señor presidente, consiste en ignorar la inmensidad del puesto”.
Y agrega: “La presidencia es como el sistema solar. Usted es el sol y los secretarios de estado son satélites. Pero ni usted es Dios, ni ellos son ángeles”.
Carlos Fuentes, en la voz de su personaje Xavier Zaragoza advierte sobre los peligros de la inacción gubernamental y el aislamiento que suelen vivir los gobernantes, que se convierten en esos solitarios de Palacio, rodeados de auxiliares que lo mantienen desinformado.
Dice el personaje “Séneca”: “Un Presidente debe existir para los ciudadanos… Salga a la calle, señor Presidente. Suelte ideas antes de que se las suelten. Si usted no tiene ideas, será el simple voceador de las ideas de los demás. Cuídese, señor Presidente. Sólo veo a los zánganos, las lapas y los lambiscones en sus oficinas. ¿Cree que se sirve de ellos, o que ellos lo sirven? Entra usted a la segunda mitad de su gestión… El drama de la sucesión presidencial. Usted ya no nombrará a su sucesor. Ya no hay “tapado”. Pero si consentidos, validos, niños mimados, en toda administración. Y el apoyo del Presidente contará. Dentro de los partidos. Dentro de la administración. Y dentro de Usted mismo. Sin contar la opinión pública”.
Viejo lobo de la vida mexicana, Carlos Fuentes, hace dos advertencias. Una sobre la difícil relación entre el político y el intelectual: “El político puede pagarle al intelectual. Pero no puede confiar en él. El intelectual acabará por disentir y para el político eso será siempre una traición”.
Y redefine la política. “La política no es el arte de lo posible. Es el grafito de lo impredecible. Es el garabato de la fatalidad”.