A propósito de la huelga en la UAQ #HuelgaUAQ


Víctor López Jaramillo

I

No es una nueva la historia que les voy a contar, de hecho, es antigua. Tiene por lo menos 2,500 años de haber sido contada por primera vez, pero como toda buena narrativa, nos ayuda a ejemplificar y entender situaciones.

La fábula comienza así: hubo un tiempo inmemorial una vez en que todos los órganos del cuerpo consideraron que el estómago no hacía nada. Y dijeron que eso no era justo. Porque todo el trabajo que ellos hacían, creían que sólo beneficiaba al estómago que recibía el alimento. Por tanto, decidieron que si el estómago quería comida, debía obtenerlo solo.

Así, las manos no hicieron nada por obtener el alimento. La boca no recibió bocado alguno. Y el estómago no recibió nada que lo alimentase. Así, el estómago comenzó a debilitarse. Pero también las manos y boca y dientes se empezaron a debilitar porque no recibían los nutrientes del alimento digerido.

Así fue como descubrieron que todos eran un organismo, no piezas aisladas. Que el estómago tanto recibía comida como la repartía. Que todos cumplían una función vital para beneficio común.

Esta fábula fue contada por Menenio Agripa en medio de una huelga de ciudadanos en la República Romana. Cansados de las injusticias que el proletariado romano sufría en la naciente Roma, decidieron poner fin a esas injusticias y se separaron.

Pero pronto, ambas partes de la población se dieron cuenta que eran sumamente débiles separadas, por ello, tras poner nuevas reglas, establecer nuevos derechos y, ojo, obligaciones, se reintegraron y la naciente república comenzó su ascenso.

La versión de la fábula la he tomado del periodista Indro Montanelli, que a su vez, tuvo como fuente original al historiador Tito Livio.

II

Desde el sábado pasado, una bandera rojinegra luce en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Querétaro. Tras negociaciones fallidas, el Sindicato de Trabajadores de la UAQ decidió irse a huelga.

La huelga es un derecho. No se puede descalificar a la ligera la existencia de una huelga. Quienes deciden hacer uso de este legítimo derecho, lo hacen porque consideran que sus condiciones son apremiantes. Más que un aumento salarial, su descontento radica en que, afirman, hay múltiples violaciones al contrato colectivo de trabajo.

Por su parte, las autoridades universitarias han hecho los ofrecimientos en tiempo y forma, hasta donde la disponibilidad de recursos alcance sin poner en riesgo la viabilidad de nuestra Universidad.

Al momento de concluir este artículo, no había arreglo, pero seguían abiertas las puertas al diálogo.

Ya se ha dicho, la democracia no es un espacio donde no pase nada, por el contrario, es el espacio para discutir, criticar, el lugar del conflicto, donde siempre los argumentos deben de prevalecer, como esperemos suceda en el caso de la huelga en la UAQ.

Por eso abrí este espacio con esa vieja fábula, porque la Universidad es una comunidad, somos maestros, alumnos, trabajadores. Y el interés común debe prevalecer y una solución satisfactoria para todas las partes. Esperemos así sea.

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