
Víctor López Jaramillo
Si hace 16 meses la detención de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, fue catalogada como la detención del siglo, su nueva fuga debería llamarse el escape del siglo.
El sábado en la noche, a las 20:52, los guardias perdieron de vista a El Chapo.
Vigilado constantemente, entró a las regaderas y, como por arte de magia, desapareció.
La fuga fue a través de un túnel cuyo acceso está precisamente en la zona de regaderas. La excavación es de 50 por 50 centímetros y tiene metro y medio de profundidad. Por ese recoveco, construido en lo que se supone es un penal de máxima seguridad, El Chapo escapó. Recorrió kilometro y medio al suroeste del penal y salió a una casa en obra negra en la colonia Santa Juanita.
El túnel no es una simple excavación, es una obra perfectamente planeada, con ventilación e iluminación. Es imposible que ninguna autoridad no se haya dado cuenta de su construcción.
Al tratarse de un personaje que es considerado como de los más peligrosos, la noticia ha causado revuelo y ha puesto al Estado mexicano en la mira del mundo. A ojos de la prensa internacional resulta incomprensible que uno de los criminales más buscado, se haya podido escapar de la cárcel no una, sino dos veces. Y, mirado de lejos, la justicia mexicana parece un absurdo.
Querétaro blinda limites estatales
A nivel local, la reacción se ha hecho sentir. De inmediato, la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha blindado los limites del estado de Querétaro. Pareciera un acto propagandístico más, una movilización para brindar la sensación de seguridad a la sociedad.
Sin embargo, recordemos que informes periodísticos han demostrado que muchos de los delincuentes más buscados han tenido en Querétaro su refugio temporal.
¿Qué significa esta nueva fuga de El Chapo? ¿Esta huida confirma el resquebrajamiento del gobierno de Enrique Peña Nieto?
No veamos la fuga de Joaquín Guzmán Loera como un hecho aislado. Veamos el cuadro completo. Y ese cuadro completo significa poner en la mesa de análisis el conflicto de intereses de la famosa casa blanca, la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa, la masacre de Tlataya, entre otras acciones. Todas tienen un común denominador: la impunidad.
Y es esa impunidad, el crimen sin castigo, lo que poco a poco ha ido carcomiendo al gobierno de Peña Nieto. Incapaz de articular una respuesta política a cualquiera de las crisis, la fuga de El Chapo es solo la cereza en el pastel de impunidad.
En ese cuadro completo, vemos que tras un inicio prometedor, en donde este gobierno parecía el gran reformador, concertador en el Pacto por México y conciliador de la paz, en tres años está en el punto contrario, con una seria crisis de credibilidad y mostrando ineficiencia en la procuración de justicia.
El túnel construido para la fuga de Guzmán, es la metáfora de este gobierno. Un túnel oscuro por donde se está fugando la legitimidad y mostrando el rostro de la corrupción. Un gobierno que se resquebraja lentamente. Sólo una acción espectacular pudiera enderezar el rumbo. ¿Llegará esa acción o se dejará pasar este hecho como los anteriores? La respuesta la tendremos en los próximos días.