Víctor López Jaramillo
En estos tiempos donde los festejos de Navidad son un evento mercantil que empieza desde noviembre y parece que la cantidad de afecto se mide proporcionalmente en el precio del regalo, en ocasiones, el mejor presente llega de manera inesperada por los recovecos del hado del destino.
Allí estaba perdido entre libros de cocina y manuales de sistemas operativos obsoletos. Estaba escondido entre otros tantos libros. Era un pequeño tomo, más parecido a una revista tamaño bolsillo que a un libro.
Como otros tantos libros, hubiera pasado desapercibido, en mis habituales visitas a librerías de viejo, a no ser por su atractivo título: “Navidad en Querétaro” y mi interés se reforzó al hojearlo y ver quién era el autor: José Guadalupe Ramírez Álvarez.
El autor, destacado periodista del siglo pasado y ex rector de la Universidad Autónoma de Querétaro, advierte que este pequeño libro es una recopilación de artículos previamente publicados en diarios y semanarios locales.
Editado en 1958 por Editorial Provincia, Ramírez Álvarez advierte que hace esta recopilación porque “Querétaro es ya la convergencia de los grandes caminos nacionales, que acaso la hagan variar en su contenido, pero esperemos que no, nunca, en su significado”.
A mediados de siglo pasado, Querétaro estaba en plena transformación de una sociedad agrícola a una industrial. En 1958, la agroindustria Purina se instaló en la ciudad y una famosa relojería del centro regalaba a sus clientes un pavo, un cartón de cerveza y una piñata en la compra de un reloj de lujo.
Los artículos que componen el libro destacan el marcado tono religioso de las festividades de diciembre: “Esa música de bronce, la que ha congregado en los dolores y en los gozos a Querétaro, deja escuchar su voz sonora.
“San Francisco se ilumina con los colores blanco y azul de la Inmaculada”.
Páginas más adelante, Ramírez Álvarez describe el desfile de carros bíblicos: “Desde hace 120 años celebra la navidad de manera singularmente bella: Monta sobre viejos y grandes carros, pasajes bíblicos: desde el crepúsculo perdido de un paraíso perdido, hasta la alborada del Portal de Belén (…)
“Para lograr la noche sublime mueve a todo su pueblo: autoridades civiles y religiosas; clases altas y humildes. A todos encomienda algo, algo cabalmente ejecutado.
“Meses de preparación entusiasta hace que lleguemos a la noche soñada: noche en la que la ciudad se convierte en algo así como síntesis del tiempo y el espacio…y vemos como por la calles transitan personajes arrancados a los libros santos, escuchamos cánticos celestes, mezclados con la realidad de quienes los representan: niños humildes, mujeres del pueblo, todos empeñados en lograr una noche de Navidad espléndida”.
Hasta aquí la mirada bucólica de Ramírez Álvarez sobre la Navidad en Querétaro de los años 50.
A 60 años, Querétaro se ha transformado radicalmente. Ya no es ese pueblo homogéneo -que tanto añoran los nostálgicos- sino es una urbe vibrante, heterogénea.
¿Ha variado en su significado como temía Ramírez Álvarez? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué permanece? ¿Cuál es el elemento más representativo de la navidad queretana en el siglo XXI? ¿Aún es el elemento religioso? ¿Es el elemento mercantil? ¿Hablamos de una Navidad Queretana o de Navidades Queretanas, que corresponden a la nueva sociedad?
Felices Fiestas.