Las horas más bajas de Marcos Aguilar


No han sido semanas fáciles para el alcalde Marcos Aguilar Vega. Su carácter tampoco le ha ayudado. Por ello, ha abierto varios frentes y en la semana que concluyó se vio rebasado por las circunstancias. Un paro de labores de elementos policíacos y de trabajadores de limpia así lo acreditan.

Lejos han quedado los días del desfile triunfal donde pretendía mostrar que ninguna circunstancia lo haría despegar los pies de la tierra. A seis meses de iniciada la administración, Marcos Aguilar se ha pasado la mayor parte del tiempo administrando conflictos.

La polémica es parte de su marca como político; sin embargo, parece no haber entendido el cambio de cancha y se comporta de la misma manera: como legislador. Aguilar Vega olvida que ya no es miembro del Legislativo, cumple una función ejecutiva en donde no se puede dar ese lujo.

Cabe citar al exgobernador de Guanajuato, José Aguilar y Maya: “El gobernador podrá tener muchos enemigos, pero él no puede ser un enemigo de nadie”. La misma situación podemos aplicarla para Marcos Aguilar. No puede tomar el cargo para ejercer revanchas. Más que enemigos externos, el propio enemigo de Marcos Aguilar está en casa.

Él y su equipo de trabajo se han dedicado a derrochar capital político. Lo primero fue la polémica designación del general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy como titular de la Secretaría de Seguridad Municipal. Su actuar impulsivo desde los primeros días sembró desconfianza entre la ciudadanía. El arrebato de hacer público su número celular para recibir llamadas a todas horas, más que confianza, sembró dudas sobre sus capacidades.

Después vino el helicóptero, el enfrentamiento con el gobierno del estado sobre la presencia o no de crimen organizado en la entidad y el hecho de que la capital no se integraría al Mando Único de policía.

El enemigo interno de Marcos ha sido su propia lengua que no ha podido gobernar; si antes losa espada, hoy peligrosa daga que se clava en su credibilidad: La privatización de la recolección de basura, la pintura de puentes, todo ha sido material de polémica; absurdo resulta culpar a sus enemigos. Su anuncio de venta de las casas de cultura tuvo un pobre manejo de daños posterior, donde dijo que no dijo lo que sí dijo para luego armar que dialogaría con la comunidad cultural y finalmente dejó en manos de la UAQ su diagnóstico.

Una foto, de elementos de la policía cargando bolsas de mandado del general Rolando Hidalgo, fue el inicio de la semana más complicada en el gobierno de Aguilar. Los policías se rebelaron contra su jefe y subjefe. Exigieron su destitución. Un paro policial inédito en la historia de Querétaro, que marcó el inicio de las horas más bajas. Mientras, en Palacio de la Corregidora, un grupo distinto al del propio Aguilar aprovechaba la circunstancia política para anunciar que ellos vigilarían lo que en el motín se había descuidado: la seguridad de los capitalinos.

Y no bien había concluido ese conflicto cuando estalló otro la madrugada del domingo. Ante el anuncio de la empresa ganadora de la licitación para recolectar la basura, los empleados del servicio de limpia siguieron el ejemplo de los policías e iniciaron un paro.

La hipótesis de que la rebelión policíaca y el paro de trabajadores de limpia estuvo alentada por sus enemigos externos no es descabellada; sin embargo, ninguna rebelión encuentra posibilidad de crecer si se tiene orden en las las de gobierno; cuando hay descontento, éste es prado seco que cualquier llama convierte en incendio.

Ante la falta de coordinación entre sus subordinados, el escenario para más incendios está puesto. Marcos vive sus horas políticas más bajas

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