Mi buen amigo Edmundo González Llaca escribió una vez que los queretanos son como el atole: tardan en calentarse pero una vez hecho, es muy difícil enfriarlos.
Palabras más, palabras menos, —disculpe usted lector, estoy citando de memoria y ésta a veces suele ser infiel— así lo dice en su libro sobre la queretaneidad publicado hace poco tiempo.
(Pausa dubitativa: en una primera versión de este texto la entrada la había escrito en primera persona del plural, pero luego recordé que el término queretano suele ser muy excluyente y lo usan las viejas familias como seña de una identidad presuntamente perdida, por eso hice el cambio de redacción, aunque para el autor de este texto queretano es todo aquel nacido y residente en el estado de Querétaro, pero como no es intención dilucidar sobre identidades en este momento, dejó la discusión para otra ocasión y continúo con mi tema)
¿En qué iba? Ah sí, por lo menos desde la primera mitad del siglo XX, Querétaro tiene un aura pacífica y de poco conflicto social. Presume una paz queretana que se ve reflejada en las escasas protestas contra actos de gobierno.
Pero algo se está moviendo en el entorno social queretano. Primero eran rebeliones silenciosas a través del voto del castigo, pero este año ha comenzado agitado y la ira social ha salido a las calles.
Prueba de ello son las marchas contra el gasolinazo del primero de enero. Este domingo volvieron a salir a las calles miles de ciudadanos para protestar por esta medida que afecta la economía nacional.
Vienen tiempos difíciles, reconoció el presidente de la República, lo que nunca calcularon en la esfera federal fue el alcance de protesta que iba a tener la sociedad. Apostaban a que los ciudadanos seguirían comportándose como en 1982 en donde la protesta no alcanzó grandes niveles y el corporativismo del sistema hizo lo propio para mantener calmadas las aguas mientras se aplicaban las medidas neoliberales.
Lo que tampoco calcularon en la esfera estatal y municipal es que las protestas también los iban a alcanzar a ellos. Incapaces de deslindarse del gasolinazo porque los queretanos recuerdan al gobernador Francisco Domínguez y al alcalde Marcos Aguilar que mientras fueron senador y diputado federal respectivamente, ellos votaron a favor de la reforma energética, una de los causales del aumento del precio del combustible.
En la Plaza de Armas, a la entrada del Palacio de la Corregidora, sede del poder ejecutivo estatal, una consigna frecuente fue recordarle al gobernador su voto en la reforma ya mencionada.
La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido escribió el escritor Milan Kundera. Hoy, los queretanos recuerdan cómo votaron quienes dicen representarlos y salieron por segunda semana consecutiva a las calles a manifestar su repudio, algo impensable hace décadas de la añorada inmovilidad queretana.
¿Pagarán en las urnas el PRI y el PAN por la forma en que han votado en las cámaras federales? ¿Los ciudadanos votarán en contra del bipartidismo local?
La gran interrogante es la izquierda política local. ¿Sabrá aprovechar las circunstancias y presentarse como alternativa viable o se perderán en sus eternas disputas internas?
Son momentos que definirán los escenarios políticos por venir, por lo pronto, este atole queretano empieza a calentarse; a ver cuándo se enfría.